sábado, 10 de mayo de 2008

“La esperanza de Jean Giono. Una lectura ecocrítica de su obra 'L'homme qui plantait des arbres'”


¿Puede la literatura contribuir de alguna manera a la supervivencia o a la extinción del hombre? ¿Cómo puede hacerlo en la actualidad, ahora que existe una imminente amenaza de crisis ambiental? ¿de qué medios dispone? L'homme qui plantait des arbres es, sin duda alguna, una de las obras literarias que más ha contribuido y contribuye a la mejora del medio ambiente. Fue escrita en 1953 por Jean Giono (1895-1970), uno de los autores franceses más importantes del siglo XX. El propósito que busca, además de incitar a plantar árboles que vivan tras nuestra muerte, «était de faire aimer l'arbre ou plus exactement faire aimer à planter des arbres ce qui est depuis toujours une de mes idées les plus chères».


Todos hemos tenido la ocasión de leer o escuchar titulares de prensa como éstos: «La ONU lanza un proyecto para plantar 1.000 millones de árboles durante 2007» o «Plantar árboles es parte de la solución contra el calentamiento global». La primera idea surgió de la premio Nobel de la Paz en 2004, la dirigente ecologista de Kenia Wangari Maathai, fundadora de un movimiento que ha plantado más de 30 millones de árboles en 12 países africanos desde 1977; la segunda, del ex-vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore (Premio Principe de Asturias de la Comunicación 2007 y actual Premio Nobel de la Paz 2007), tan de moda en estos momentos. Son sólo dos ejemplos de la divulgación que se está llevando a cabo respecto a la preservación del medio ambiente en nuestros días. Sin embargo, esto no es algo nuevo en Literatura.

Hace ya más de cincuenta años que dicho mensaje se escuchó a través de un pequeño relato literario. L'homme qui plantait des arbres es, sin duda alguna, una de las obras literarias que más ha contribuido y contribuye a la mejora del medio ambiente. Fue escrita en 1953 por Jean Giono (1895-1970), uno de los autores franceses más importantes del siglo XX. Toda la obra de Giono, se inspira en su Provenza natal, y refleja un gran amor por su tierra y, sobre todo, por la naturaleza, aceptándola tal como la vida nos la impone, e indignándose contra aquellos que la consideran una fuente de desgracias humanas. Este amor por el medio natural comienza a manifestarse en Giono en los primeros años de su vida, gracias a la enseñanza de su propio padre. Así nos lo cuenta en Les Terrasses d'île d'Elbe:

Mon père était cordonnier, je l'ai assez dit; il était pauvre. […] Bien entendu, nous n'avions pas de terre, pas des sous pour acheter des arbres à planter, et nous plantions joyeuse-ment des arbres. Je dis nous, car j'avais six à sept ans et j'ac-compagnais mon père dans ses promenades. Il portait dans sa poche un petit sac qui contenait des glands.[…] A certains endroits des collines, sur quelques replats, devant une belle vue, dans des vallons près des fontaines, le long d'un sentier, mon père faisait un trou avec sa canne et enterrait un gland, ou deux, ou trois, ou cinq, ou plus, disposés en bosquets, en carrés ou en quinconces. C'était une joie sans égale : joie de le faire, joie d'imaginer la suite que la nature allait donner à ces gestes simples (Giono, 1976: 35-36).

Un encuentro con la naturaleza que continuará fomentando a lo largo de su existencia. Así lo recogen las palabras de Henri Fluchère, gran amigo del escritor:

Nous parcourions les collines qui entourent Manosque, suivions les chemins rocailleux, Mort d'Imbert et Pain de Sucre, volions des coings des fossiles, cueillions des plantes pour nos herbiers– bref, faisions allègrement connaissance avec la nature .

Giono se convierte así en portavoz de una literatura que preconiza un retorno a la tierra, a la vida rústica de esa apacible Provenza que conoce desde su infancia. Esta predilección de la vida rural frente a la vida urbana será su gran combate, una lucha que dirige contra la civilización técnica moderna y que anuncia, en cierto modo, la ecología. Su repertorio es amplio. Una novela como Que ma joie demeure (1935), o ensayos como Les vraies richesses (1936) y Réfus d'obéissance (1937) entusiaman a multitud de jóvenes lectores.

[...]

Çedille. Revista de Estudios Franceses (n° 4) publicada por la Asociación de Profesores de Francés de la Universidad Española (APFUE). Artículo : “La esperanza de Jean Giono. Una lectura ecocrítica de su obra L'homme qui plantait des arbres”, abril 2008. ISSN: 1699-4949, pp. 151-161. Se puede consultar el artículo íntegramente en http://webpages.ull.es/users/cedille/cuatro/lopezmujica.pdf

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