La editorial
Altamarea Ediciones acaba de publicar “El Matriarcado”[1], obra del polifacético político, periodista
y escritor Paul Lafargue (1842-1911), con prólogo de la socióloga, historiadora y
activista femenina Dora Barrancos y cuya traducción ha sido realizada por el a
su vez escritor, traductor y profesor Alfredo Álvarez Álvarez. Publicado en
Francia inicialmente en forma de serial en la revista Le Socialiste, del
4 de septiembre al 16 de octubre de 1886, y por primera vez en castellano en
1910 por el Centro Editorial Presa (Barcelona), este texto clásico sigue siendo
fascinante y más que nunca de gran actualidad. Otras reediciones han ido
apareciendo en los años sucesivos, lo que denota su especial relevancia. Nos
enseña que el matriarcado es ante todo un sistema de parentesco, una concepción
de la familia. Es un término antropológico común utilizado para designar una
determinada organización familiar. Compuesto por el latín mater y el
griego arkhè, significa literalmente "el orden de las madres".
Su lectura no dejará indiferente a nadie: “antes de llegar a la estructura
familiar actual, la humanidad tuvo otra muy diferente, con la madre como
elemento central”. Lafargue demuestra que la familia matriarcal (sin padre ni
marido, pero no sin tío) es original de toda la humanidad, y que el advenimiento
de la familia patriarcal (reconocimiento de la paternidad) fue una revolución
sangrienta. El matriarcado, según Lafargue, es la ausencia legal del padre,
incluyendo la matrilinealidad: toda la transmisión es por sangre
materna, la matrilocalidad: la vida social se organiza en torno a la
madre y la avonculat: la paternidad social (educación) del niño está
asegurada por el tío materno. En efecto, estas llamadas sociedades matriarcales
se estructuran en familias extensas colectivistas (clanes), matrilineales, sin
matrimonio ni paternidad genética reconocida. El niño pertenece al clan de su
madre, del que se excluye al padre. Éstos son criados por los hombres de su
clan, gracias a los tíos maternos, y no por su padre. No hay parejas, ni
fidelidad, ni celos, ni posesividad, ni violencia de género, ni prostitución,
ni mercantilización del sexo. Los asuntos internos de la familia suelen ser
gestionados por las mujeres, mientras que de los asuntos externos se ocupan los
hombres. La distribución del trabajo se basa en el mérito. Hablaremos más bien
de un sistema matri-céntrico o matrístico, porque la madre no está por encima
sino en el centro de la sociedad. Este es el primer sistema familiar conocido
por la humanidad. Su origen fue el desconocimiento del vínculo entre la
sexualidad y la reproducción, y se mantuvo mucho después del descubrimiento de
la paternidad.
A través de
un elocuente panorama de las costumbres y tradiciones de muchas sociedades
primitivas, que no tenían familia paterna, esta original obra nos presenta además el nefasto papel de
la aparición del patriarcado. El libro se divide en seis capítulos, en los que
se presentan cuestiones de gran relevancia histórica: Paul Lafargue retoma los
trabajos de Lewis Henry Morgan[2] sobre los indios
americanos “iroqueses”, de Henri Duveyrier[3] sobre los tuaregs de
África, de Lorimer Fison y Alfred William Howitt sobre los kamilaroi y los
kurnai de Australia, sobre los naires de la India del erudito suizo Johann
Jakob Bachoffen[4],
y analiza también la mitología del Egipto faraónico y la de la antigua Grecia
(El matricidio de Orestes, el fuego sagrado de Prometeo,
la caja de Pandora...), para constatar que el matriarcado coincidía con ese
comunismo primitivo[5]
en el que las mujeres eran las que gobernaban la familia
y tenían varios hombres para que ninguno de ellos pudiera reivindicarse como
padre.
Y al
mismo tiempo nos explica cómo llegamos al patriarcado dominante que padecemos
todavía en la actualidad, su origen y su expansión a través de toda la
humanidad: la llegada de la familia patriarcal (reconocimiento de la
paternidad) no fue nada pacífica: “la familia patriarcal hizo su entrada en el
mundo escoltada por la discordia, el crimen y la farsa degradante” (114). A
este último aspecto le dedica su último capítulo “La farsa después de la
tragedia”, con una mención especial a la tradición de la covada: “Es conocida
la covada vasca; la mujer da a luz y el marido se mete en la cama, gime y se
contorsiona mientras los vecinos y las vecinas acuden a visitarlo, en un
ambiente de gravedad, para felicitarlo por el feliz alumbramiento” (111).
La covada es un rito de aceptación de la paternidad y de
legitimación del recién nacido. En el matriarcado sería la mujer, como cabeza
de familia, quien legitima y decide la aceptación de los hijos; ahora con la
covada o simulación masculina del parto en cambio es esencial la aceptación por
parte del padre, sin la cual el recién nacido no se incorpora a la familia. Se
trata en resumen de un reconocimiento público y expreso de la paternidad, del
papel que juega el padre y del nuevo ser como hijo suyo. (Recordemos cómo en la
familia romana es el paterfamilias el que acepta formalmente al hijo recién
nacido.) Con estos ritos se estaría
negando, pues, el matriarcado.
Paul
Lafargue escribió mucho sobre el papel de la mujer en la sociedad Le
matriarcat, étude sur les origines de la famille (1886), Recherches sur
l'origine et l'évolution des idées de justice, du bien, de l'âme et de dieu
(1909) enfrentándose así al machismo ambiental de principios del siglo XX, al
mismo tiempo que denunciaba la visión anticuada de la burguesía sobre el papel
de la mujer en la sociedad, poniéndola en perspectiva histórica. Según él, sólo
la instauración del socialismo podía resolver esta "cuestión de la
mujer". Por ello esta obra sigue estando esencialmente de gran actualidad,
para ser leída y releída a través de los años.
[1] Paul Lafargue publicó en 1886 Le
matriarcat, étude sur les origines de la famille (ed. Kodawa, 2012).
[2] Lewis Henry
Morgan, jurista estadounidense, es considerado el fundador de la antropología,
sobre todo porque observó él mismo a las tribus iroquesas sumergiéndose en
ellas. En 1877 publicó una obra impactante, Ancient Society, en la que
planteaba un modelo evolutivo de las sociedades.
[3] Duveyrier, Les
Touareg du Nord, Paris, 1851.
[4] Le droit
maternel (Das Mutterrecht)
[5] No olvidemos que
Paul Lafargue fue uno de los máximos defensores de Karl Marx, -que pasó a la
historia como el ideólogo de la doctrina comunista-, y además su yerno, ya que
se casó con Laura Marx. Juntos estuvieron casados más de 40 años viviendo una
apasionada historia de amor y filosofía con un final trágico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario