Au
moment où l'esprit de la légende, cette force vivante du passé,
s'affaiblit et meurt chaque jour, sur tous les
points de la France,
il importe à l'histoire de recueillir sans
délai ses meilleures créations :
bientôt,
il ne sera plus temps.
Eugène
Cordier en 1855.
La humanidad siempre ha tenido miedo
de las mujeres que
vuelan.
Ya sea por brujas o por libres
(Jakub Rozalsky)
Resumen
El presente artículo estudia la literatura oral en mitos,
leyendas y cuentos del Pirineo francés y español. Mediante la lectura de una
selección de ellas, el trabajo analiza los principales temas y motivos de la
literatura oral, y explica la dimensión mítica y mágica de los personajes y
seres imaginarios del universo pirenaico. Su objetivo es estudiar y valorar la
innegable unidad cultural del Pirineo. El artículo pone de relieve la temática
predominante en los relatos, así como el rol de sus protagonistas en el mundo
representado, demostrando la enorme riqueza literaria y cultural existente en
ambas vertientes.
PALABRAS-CLAVE: literatura oral,
motivos tradicionales, mitología pirenaica, seres imaginarios.
La tradición oral es una de
las actividades comunicativas humanas más antiguas y distendidas a lo largo del
planeta, entre cientos de culturas. Es considerada por la Unesco como
patrimonio intangible de la humanidad[1], recurso necesario para la supervivencia de las
culturas. A través de este hecho comunicativo sociocultural con base en el lenguaje hablado se
transmiten los conocimientos históricos, científicos y culturales, a una
comunidad, con el fin de preservar dichos saberes de generación en generación.
La multiplicidad de géneros literarios en la tradición
oral es bastante evidente. Entre ellos se aprecian las poesías, los refranes,
los cuentos, las leyendas, los relatos, los mitos; todos y cada uno bien
explícitos y diferenciados. El relativo aislamiento en el que han estado inmersos los
valles pirenaicos ha propiciado la conservación, hasta tiempos recientes, de un
rico legado inmaterial. Las fábulas, los cuentos y las leyendas están presentes
en la cultura de todos los pueblos, pero es en estas sociedades montañesas,
como la pirenaica, donde adquieren mayor importancia. La tradición
oral en los Pirineos se ha transmitido principalmente al calor del hogar
doméstico, donde se desarrollaban largas veladas en los meses invernales y se
contaban anécdotas, historias y leyendas en las oscuras y frías noches pirenaicas que, por su
carácter práctico o moralizante, formaban parte de la educación de los niños,
perpetuando generación tras generación la transmisión de conocimientos y
vivencias. La despoblación del mundo rural hizo que, junto con las
gentes que se fueron, también se hayan ido todos esos relatos. Por ello,
resulta indispensable mantener vivo este patrimonio oral, por ser trasmisor de
valores tan importantes como la amistad, la solidaridad, la tolerancia, el
respeto, el cariño, la paz, el enriquecimiento de lo plural, el racismo, las
guerras, las diferencias, los rechazos e incluso el amor por la naturaleza. En
la actualidad existen esperanzadoras propuestas para que perduren en el tiempo
estas historias como el “Cuentacuentos del Pirineo” que la Asociación Mallau
Amigos de Susín (Biescas) lleva a cabo desde hace ya once años. Su duodécima
edición ha debido ser dos veces aplazada debido a la pandemia. Del lado francés
tenemos a la Asociation de Raconteurs de Pays des
Pyrénées-Atlantiques, creada en 1998 y cuya misión es ofrecer, a través de
paseos, una lectura original del lugar, de la cultura o del paisaje que se
visita, al mismo tiempo que se comparten secretos y emociones para ayudar a
descubrir cosas ocultas y misterios.
Y es que las hadas, los genios y los duendes, hechiceros
y encantadores pueblan estos lugares que han inspirado la literatura romántica,
sin olvidar en esta tierra de dioses y hombres, el lugar especial que siempre
ha mantenido el oso en la mitología pirenaica, y que se remonta a la noche de los
tiempos.
En esta comunicación, por cuestión de tiempo, nos vamos a
centrar en aquellos relatos mitológicos, leyendas y cuentos que se comparten en
las diferentes regiones de esta cordillera. Un pequeño ejemplo que esperemos
sirva para despertar la curiosidad y descubrir la magia de este lugar tan
leyendario.
1. LA MITOLOGÍA EN PIRINEOS: PERSONAJES Y RELATOS
En el prólogo del Trésor de la mythologie pyrénéenne, Olivier de
Marliave escribe:
Existe-t-il
une mythologie pyrénéenne ? La présence de cet ouvrage constitue déjà une
réponse. [...] Ce qu'il reste de cette mythologie, ce sont des contes et
légendes, des pratiques religieuses sous lesquelles les traces de cultes païens
transparaissent parfois [...], la masse des traditions et superstitions populaires
[...]. Nous entendons par mythologie les croyances, les pratiques et les
comportements qui ont expliqué et continuent parfois d'expliquer les rapports
des Pyrénéens avec le monde de l'imaginaire et du mystérieux. (Marliave, 1996)
La identidad simbólica del espacio pirenaico se ha
forjado a través de sus innumerables construcciones mitológicas. Constituyen una
unidad geográfica coherente, sin embargo, son mucho más heterogéneos en lo que
respecta a su cultura, religión y sociedad ya que han sido habitados por
distintos pueblos, que hablaban diferentes lenguas. Además del francés y el
castellano, relativamente recientes, se ha hablado, de acuerdo con las
regiones, aragonés, occitano ─languedociano, gascón, bearnés─, catalán, aranés,
euskera y dialectos y subdialectos locales. Dos son los factores específicos de
esta cordillera que han afectado el desarrollo de una mitología arraigada y
compleja: siempre ha sido un lugar de paso desde la prehistoria y, paradójicamente,
un lugar muy aislado por su condición montañosa. Esto ha protegido las
tradiciones del macizo y retrasado el avance de la religión cristiana y en
general, de la modernidad.
La cordillera sigue manteniendo esa aura mística, casi
mágica. Hay pruebas de cultos muy antiguos, por ejemplo, los crómlechs de Okabe,
y también de dioses locales como el dios del sol Abellion. Estos cultos están a
menudo relacionados con las tradiciones celtas y galas, pero sobre todo con las
vascas —en la prehistoria un grupo ocupaba la mayor parte de la cordillera—.
Muchas de estas deidades fueron asimiladas por el panteón religioso romano, una
costumbre muy típica de parte del imperio.
Los mitos son importantes porque sirven para explicar una
realidad imposible de comprender hasta el momento. Las relaciones de la tierra
con lo desconocido se han explicado a través de los saberes y creencias que, de
alguna forma, pretendían hacer más habitable la realidad. Así ha sido a lo
largo de la historia y así es en la actualidad. Los pequeños, los débiles, los
eternamente rechazados del destino, como eran los campesinos de las montañas,
inventaban otro mundo donde se sentían vencedores. Al mismo tiempo se buscan
maneras de escapar a las fuerzas del mal e invocar a los dioses para solicitar
sus favores. Cómo resistirse a conocer la magia de Bosnerau o de la
Giganta de Riglos en la Foz de Escalete, el misterio del Toro de Oro de Ayerbe
o el sorprendente Abeliou, Dios del sol de los Pirineos.
Bosnerau es el inventor de la agricultura y la ganadería, un ser extraño y gigantesco que controlaba los secretos
más profundos del Pirineo. Su pareja
femenina se llama Basandere (Señora del Bosque o "Señora
Salvaje"). El
personaje es común en la mitología vasca y aragonesa, aunque recibe diferentes
nombres. En Euskadi le llaman Basajaun; Basajarau en los Valles
Occidentales y Bosnerau en el Pirineo central. Todo su cuerpo estaba cubierto
de pelo, el cabello se confundía con la barba y esta, a su vez, ocultaba el
resto de su cuerpo. Vivía en cuevas, alejado de la sociedad, aunque era
tremendamente bueno con los pastores de los pueblos cercanos. De hecho, cada
día salía a pasear por los bosques y cuando se avecinaba una tormenta o una
manada de lobos se dirigía a los establos, Bosnerau silbaba tan fuerte que su
reclamo era capaz de oírse a cientos de kilómetros. De esa manera, los pastores
sabían que debían resguardarse. «Al
brotar la hoja, siémbrese el maíz; al caer la hoja, siémbrese el trigo», les
decía. Gracias a él, los humanos aprendieron a sobrevivir en las montañas y,
por ello, es un personaje tremendamente querido.
Abellion, Abelio, Abello o Abelion es el nombre que
recibe el dios señor de los manzanos de los antiguos habitantes de la Galia,
Iliria y Aquilea y en general en el sudoeste de Francia. Su nombre sugiere que
era una deidad solar, señor de los veranos, similar al dios grecolatino Apolo.
Se han encontrado varios altares votivos y estelas epigráficas en su nombre en
los Pirineos centrales (especialmente en Cardeilhac, Aulon, St Béat, St
Aventin, St Bertrand, Montauban de Luchon...). En el valle de Lesponne (Altos
Pirineos), la cruz de Béliou es un ejemplo del culto solar en los Pirineos. En
la cruz está esculpido un rostro (cara redonda) que, según los especialistas,
podría ser una representación simbólica de Abellion o Abelio. Los numerosos
dioses autóctonos, como Abellión, nos son conocidos gracias al asentamiento
romano en los Pirineos. Cuando los romanos introdujeron sus cultos oficiales
(Augusto, Júpiter, Juno...), nació entre los pirenaicos una moda mimética por
los exvotos (altares votivos). Los pirenaicos, imitando a los romanos, tenían multitud
de altares votivos grabados en mármol o piedra caliza en nombre de estas
divinidades. Así podemos conocer hoy los nombres de estos dioses de las rocas,
los árboles, las fuentes...
La Giganta de los
Mallos de Riglos forma también parte de
esta mitología pirenaica. En la Hoya de Huesca, al sur del Pirineo, se alza una
impresionante formación rocosa. Unas verticales paredes conglomeradas
esculpidas por el tiempo que conforman un entorno natural único. Los Mallos de
Riglos son un rincón de aventura y escalada, pero también un espacio mítico.
Cuenta una vieja historia que, en una aldea de la zona, Foz de Escalete,
habitaba una extraña anciana de un tamaño tan gigantesco que atemorizaba a
todos los habitantes. Era hilandera y, además, tenía fama de bruja. Cansada de
ser rechazada por todos, hizo aparecer de la nada las inmensas rocas, y con una
fuerza sobrehumana las clavó junto al río Gállego para refugiarse tras ellas.
Desde entonces se oculta allí, y casi nadie la ha vuelto a ver. Pero dicen que
la giganta bruja se aparece una vez al año, en la Noche de San Juan, cuando
llega la medianoche, se le puede ver sentada en El Pisón, con lo que, de esta
forma, cuando tiene que mojar el lino y el cáñamo para hacer su labor, no lo
hace con su saliva, sino que de cuando en cuando moja los dedos abajo en las
aguas del Gállego. En la mitad de ese mallo, en efecto, puede verse una roca a
la que se llama, por el parecido, el Huso o también el Puro.
La existencia de
riquezas ocultas está rodeada de mucha leyenda y tradición oral popular,
transmitida de padres a hijos. En la provincia de Huesca existe una larga
tradición aragonesa sobre los musulmanes que no pudieron huir con sus tesoros y
los enterraron con la esperanza de volver para desenterrarlos. No es raro que
los tesoros escondidos se les atribuya casi siempre a los musulmanes, ya que
acumularon grandes riquezas. De aquí nació el misterio del Toro de Oro de
Ayerbe. Ya avanzado el siglo XI, el empuje de los ejércitos cristianos,
apoyado en los cercanos e inexpugnables castillos de Marcuello y de Loarre,
obligó a los musulmanes a abandonar su tradicional fortaleza de Ayerbe. Hasta
ese momento había servido de vigía durante tres siglos frente al paso natural
que el río Gállego abre hacia el corazón del viejo Aragón. Como poco a poco la situación
iba empeorando, algunos musulmanes optaron por la huida y otros por la
rendición, muchos fueron los que finalmente tras reflexionar decidieron
quedarse. Se discutió entre todos qué hacer
y tomaron la decisión, antes de abandonar la fortaleza, de fundir todos los
tesoros y objetos que tenían oro y hacer un hermoso toro dorado. Decidieron
ocultarlo en uno de los pasadizos subterráneos del castillo ayerbense, en
espera de volver a recuperarlo cuando la situación mejorase. Sin embargo, tras
unos meses, el castillo pasó a manos de los cristianos para siempre y el
paradero del toro de oro, celosamente escondido, se convirtió en un secreto.
Los nuevos señores cristianos, conocedores de su
existencia y cegados por su codicia, contrataron a varios adivinos para que les
indicaran el lugar exacto de su ubicación, ya que los musulmanes que
permanecieron en la villa nunca dieron ninguna pista sobre el paradero exacto
del toro dorado. Todavía en la
actualidad, de vez en cuando, surge alguien que trata de arrancar a esas
venerables ruinas su secreto: el paradero de ese toro de oro escondido en torno
al derruido castillo de Ayerbe que los musulmanes ayerbenses enterraron en
espera de tiempos mejores.
Existen varias
versiones sobre el toro de oro dependiendo de la zona en la que nos
encontremos. En Aragón, por ejemplo, encontramos el toro de oro de Griegos,
cuya historia es muy similar. Como nos dice Juan Dominguez Lasierra existe
“todo [un] cúmulo de tradiciones sobre tesoros cultos, dejados por el moro a su
paso por nuestros pueblos” (2009: 172).
2. LEYENDAS
REALES Y SOBRENATURALES
Mediante la literatura oral los habitantes de estos
parajes daban significado a muchos hechos no comprendidos y a diferentes
creencias espirituales. A su vez, se produce una transferencia de conocimiento
y una impartición de lecciones de vida o consejos de forma intergeneracional.
En la actualidad este bagaje mitológico e inmaterial se ha ido diluyendo y
perdiendo como en muchas otras regiones rurales de Europa.
Las leyendas no nos han llegado intactas desde el pasado,
sino en forma de retazos, de resúmenes. Aunque su origen histórico, en gran
parte modificado por la imaginación popular, no resulta dudoso, éstas quedan
fijadas a lugares muy concretos como veremos a continuación. Estos retazos
permanecen aún vivos ya que esta percepción de lo fantástico siempre ha tenido
un gran peso cultural y etnológico en la comunidad. De igual manera, se puede
afirmar que ha sido un componente indisociable de la capacidad de supervivencia
de los montañeses ya que aportaba saberes de su propio ‘nicho ecológico’ a las
generaciones más jóvenes, y sentido último a las mayores. Como se puede observar,
la leyenda era más que un mero entretenimiento y se constituía en parte de un modus
vivendi, si no absoluto sí complementario para su identidad.
Dentro de este apartado, podemos diferenciar varios tipos
de Leyendas en Pirineos que aquí clasificaremos en:
2. 1.
Leyendas etiológicas. - Estas leyendas aclaran el origen de los elementos
inherentes a la naturaleza, el origen de un fenómeno natural o un accidente
geográfico como los ríos, lagos y montañas. Entre ellas destacamos una que nos
habla de la creación de la propia cordillera: la leyenda de Pyrene[2].
En la vertiente francesa, según
el mito, relatado por Silius Italicus[3] sobre el paso de Aníbal por esta región, Pyrene fue
seducida por Heracles (aquí llamado Alcide o Hércules), anfitrión del rey
Bebryx y él mismo “poseído por Baco”, cuando se dirigía a las tierras de
Gerión.
Después de su partida,
Pyrene, desesperada, huyó a los bosques, dio a luz a una serpiente y fue
asesinada por las fieras. La piedra de Oô, descubierta en los Pirineos
centrales, en la región de Bagnères de Luchon, y conservada en el Museo de los
Agustinos de Toulouse, que representa de forma burda a una mujer con una
serpiente que sale de su sexo y muerde (o amamanta) un pecho, se ha
relacionado, sin ninguna certeza, con esta leyenda. A su regreso, Heracles le
construyó una tumba en las montañas, que tomó el nombre de Pyrene. Las leyendas
posteriores suelen decir que los propios Pirineos fueron levantados por Hércules
para convertirse en la tumba del Pyrène. Esta es la versión que Jean-Claude
Pertuzé adaptó libremente y como el mismo dice “en douceur” en 1997 para las
Éditions Loubatières. Los habitantes de Ariège ubican
la tumba de Pyrène en la cueva de Lombrives, situada en la localidad de Ussat-les-Bains,
donde, gracias a la imaginación de los guías, se puede admirar una estalagmita
que representa su sepultura.
Existen, por supuesto, varias versiones de esta leyenda,
pero quizás la más popular en la vertiente española sea la que reza que mucho tiempo atrás, Gerión derrotó a
Túbal, rey de la península Ibérica. Gerión se enamoró de la hija de Tubal,
Pyrene, una ninfa del bosque, que huye a los bosques de la llanura para
esconderse. Gerión sabía que tenía que matar a la princesa para poder hacerse
con el control total como nuevo rey de Hispania. La persigue llegando hasta la
frontera con Francia. Al no encontrarla decide quemar todo ese vasto
territorio. Hércules también enamorado de la joven fue a salvarla. Pero no pudo
hacer nada por ella. La princesa
moriría presa de las llamas. Destrozado
y arrepentido por la pérdida, el héroe griego quiso darle sepultura en algún
punto entre el valle de Benasque y el Valle de Aran, dando lugar a la cordillera
que llevaría su nombre, los Pirineos. Pyros,
palabra griega significa Fuego y Neos significa nuevo. Así pues,
Pirineos significa Fuego Nuevo.
Tras la muerte de la ninfa, las nieves se apoderaron del
valle, el agua empezó a correr y el verde se extendió por cada rincón. En ese
momento, cientos de personas comenzaron a poblar los Pirineos, al igual que los
gigantes que vieron en aquella ubicación, una morada irresistible. Uno de ellos
fue Netú, un gigante cruel y malhumorado. Un día, Netú, con la ayuda de una
flecha asesinó a Atland, descendiente de los antiguos atlantes quienes
sostenían la tierra sobre sus hombros. Los dioses, al presenciar aquella escena
decidieron someter al gigante y le lanzaron un rayo. Al instante, Netú, se
desplomó sobre el valle, siendo sepultado por miles de rocas hasta crear el
Aneto. Dicen que las
nieves perpetuas del glaciar son las blancas barbas de Atland.
Que Netú quedó convertido en el pico del Aneto es la
leyenda más popular de la zona, pero tiene, como todas, sus matices. Una
versión añade una guerra entre los gigantes y el Olimpo. Al parecer, los
gigantes se propusieron alcanzar la morada de los dioses y amontonaron tantas
montañas como pudieron para llegar a ellos. Pero los dioses vencieron con la
inestimable ayuda de Hércules. El caso es que los pocos gigantes que
sobrevivieron a la ira de las divinidades se escondieron en las montañas de los
Pirineos. Ese fue el caso de Netú, que estaría, entonces, de mal humor por esta
guerra perdida. Habiendo fracasado como guerrero revolucionario, decidió
convertirse en pastor. Y aquí empezaría su historia.
Netú: La Leyenda del Aneto de Carmen
Castán es una obra publicada en patués, aranés y occitano, cuyo objetivo es poner
en valor los aspectos comunes de varios territorios: Benasque, Viella, Luchón
y
Mijaran. Por un lado, como territorios pirenaicos
transfronterizos, que comparten una similitud orográfica y una manera parecida
de vivir. Por otro lado, se pone en valor la cultura oral (a través de una
leyenda) y la lengua oficial de cada uno de los territorios que toman parte del
proyecto, que son minoritarias, y que se tienen que cuidar y promover
(benasqués, occitano y aranés). Y, finalmente, se remarca el espíritu de
cooperación entre los tres socios trabajando de manera conjunta en el proyecto
Interreg-POCTEFA[4] de difusión de
sus territorios.
Pero quizás la leyenda más famosa sea la creación de la
Brecha de Rolando, por ser este uno de los caballeros más reconocidos de su
época gracias a su destreza, su porte arrogante y su extraordinaria bravura. Sobre
el año 800 Roldán sobrino del Rey franco Carlomagno, se dirige a Zaragoza con
el más poderoso ejército del siglo VIII, después del asedio a la ciudad de
Zaragoza inicia su retirada. Cuentan que Carlomagno, al retornar hacia su
patria a través de esta cordillera, sufrió varias emboscadas, y en la última,
la retaguardia de su ejército fue aniquilada por los vascones en el Valle de
Roncesvalles. Rolando luchó valerosamente contra sus enemigos, ayudándose de su
lanza y su poderosa espada, pero fue finalmente derrotado. Malherido huyó
cautelosamente hacia las tierras francesas perseguido por sus enemigos y
consiguió llegar hasta el valle de Ordesa, hasta el último repecho de la
montaña, desde donde pudo ver a sus perseguidores y comprendió que estaba
atrapado. Sabiéndose muerto porque no podía hacer frente a sus rivales, decidió
deshacerse de su poderosa espada para que no cayera en manos contrarias, y la
lanzo con una sobrenatural fuerza al otro lado de la montaña haciendo llegar a
su patria un último saludo de despedida. Fue tanta fuerza la que uso que la
espada en vez de golpear la pared de piedra y caer al suelo, partió la montaña
haciendo que se abriera una brecha de grandes proporciones. Cuentan los
ancianos de la zona que, desde entonces, y en su honor, esta gran brecha y paso
natural con Francia lleva su nombre.
2.2. Leyendas Históricas. - Aquellas que han ocurrido en guerras o
conquistas, como la que narra la Conquista del castillo de Alquézar por los
cristianos. – Cuenta la Leyenda que el tirano rey moro Jalaf Ibn
Rasid, durante su reinado en Alquézar Huesca y el vasto territorio del
Somontano exigía a la población cristiana del contorno llamado tributo de las
doncellas. Hasta que un día, una joven vecina del pueblo de Buera, tan valiente
como hermosa decidió tomarse la venganza por su mano. A su señal, los
cristianos atacarían la fortaleza castillo de Alquézar y así vencerían a los
moros sin dificultad. Todos intentaron persuadirla de que su encrucijada era
una locura. Pero la valiente y hermosa joven al caer la noche se vistió con sus
telas más sutiles. Se recogió el pelo con una peineta bien afilada y se fue al
castillo para ofrecerse al Rey moro. Una vez presentada, el rey Jalaf Ibn Rasid
embriagado por el vino de la cena, sucumbió ante la belleza de la hermosa
joven. Después de poseerla y gracias al vino ingerido, el rey se quedó dormido.
En ese instante la joven aprovechó para clavarle la afilada peineta en el
corazón. Con la sangre derramada mojó un pañuelo blanco que mostró por la
ventana. Esta era la señal que esperaban los cristianos para atacar el
castillo. Tal fue el desconcierto de los musulmanes que, antes de ser apresados
por los cristianos, decidieron precipitarse por los acantilados hasta el fondo
del barranco, a lomos de sus caballos a los que habían vendado los ojos. Dicen
que las almas de los soldados moros vagan por los barrancos de Alquézar y que
algunas noches se pueden escuchar sus gritos de agonía.
2.3. Leyendas escatológicas. - Aquellas que nos hablan de seres del
inframundo, brujas y demonios son las más habituales. Respecto a estas
primeras, tanto el Pirineo Francés como español está repleto de historias
relacionadas con estas malvadas mujeres. El antropólogo español José Dueso ha
realizado un trabajo de recopilación de relatos encomiable y obviamente también
de escritura. En su obra Leyendas de brujas en el Pirineo fantástico ha
sabido transmitir como nadie los ambientes, las atmósferas y el miedo a lo
sobrenatural sin perder el punto esencial de la leyenda. Ninguno de sus relatos
se repite y ha sabido darnos no solo un conjunto de leyendas orales sin igual,
sino además un viaje maravilloso por ese lugar de magia que son los Pirineos.
Dicen que las brujas del Pirineo son las más grandes
brujas de todos los tiempos, las verdaderas brujas, y que todas las demás son
solo pobres imitaciones de ellas. Dicen, también, que las pirenaicas fueron las
primeras brujas de Occidente, las que se entregaron al diablo en figura de
macho cabrío cuando nadie todavía lo había hecho y las que inventaron el
aquelarre, las que antes se convirtieron en gatos negros, las que descubrieron
el vuelo en escobas y, por supuesto, las pioneras en dar con sus pobres huesos
en las hogueras encendidas por las inquisiciones de turno. Además, dicen que
del Pirineo se extendieron como una mancha de aceite por Europa, hacia el
norte, y por la península ibérica, hacia el sur. Pero, sabido es, del mismo
modo, que se dicen tantas y tantas cosas… (Leyendas de brujas en el Pirineo
fantástico, José Dueso).
La prueba fehaciente de que estas creencias estaban bien
arraigadas en esta zona es la cantidad de “espantabrujas” que se pueden ver
todavía en las casas. Son unos elementos pétreos, a menudo figurados, a los que
tradicionalmente se han atribuido funciones protectoras. Según esta visión, los
‘espantabrujas” cumplirían la función de impedir la entrada de “malos
espíritus” en la vivienda a través de la encumbrada chimenea. Y para proteger
las puertas, la gente colocaba en las casas las cardinchas (flor de forma
solar).
Las brujas del Pirineo se reunían siempre en las cimas de
las montañas. Aquí encendían hogueras y realizaban aquelarres para venerar al
diablo, que tomaba forma de macho cabrío. Después, regresaban a los pueblos
para hacer maldades.
Por el tubo de
la chimenea bajamos nosotras, cuando por las noches todos duermen en las casas;
nos acercamos a la cama de la virgen y entibiamos sus sueños con imágenes
obscenas que la angustian, engañamos al marido con los celos, después de tentar
a la esposa con el adulterio, y antes de marcharnos matamos a los animales en
los establos (Dueso, 2015: 145)
La historia más famosa de la brujería en España la
encontramos en el Pirineo navarro con las brujas de Zugarramurdi. La caza de
brujas se desató en él a principios del siglo XVII. Terminó con un auto de fe
redactado por la Inquisición que condenó a morir en la hoguera a once personas
acusadas de brujería y prácticas satánicas.
2.4. Leyendas Rurales. - Sobre todo en los Pirineos vamos a encontrar
este tipo de relatos. Cada región o zona tiene un tipo determinado de mitos o
creencias. Así pues, veremos que estas historias son muy diferentes dependiendo
en el Pirineo que nos encontremos. En el Pirineo Navarro y Vasco son muy
típicas las historias del Basajaun. En el Pirineo Navarro también son
especialmente conocidas las de brujas o todo lo relacionado con ellas. Y en el
Pirineo Catalán de cómo se formaron algunos pueblos.
Una de las leyendas más conocidas de la región de Aragón
es “la leyenda de la mujer serpiente”. Cuenta la leyenda siresana que un pastor
se hallaba cuidando su rebaño cuando descubrió una cueva y penetró en su
interior. Allí descubrió a una mujer que tenía cuerpo de serpiente y que se estaba
peinando frente a un espejo. A su lado había una gran cantidad de tesoros entre
los que figuraba un deslumbrante cáliz, que la leyenda designa como El Santo
Grial. El pastor se adentró en el interior disimuladamente, y aprovechando un
descuido de la mujer, (o mora, o bruja, como también se la denomina), se hizo
con la brillante joya y salió huyendo del lugar. Pero fue descubierto por su
poseedora, que no dudó en salir tras él. El pastor, atemorizado, corrió hasta
la iglesia de San Pedro de Siresa y pidió al santo que le abriera las puertas y
que le diera su protección, como así fue. Las puertas se abrieron, entró el
pastor en el interior del templo y éstas volvieron a cerrarse. La perseguidora,
viéndose burlada, dio contra el pórtico un enorme coletazo y quedó para siempre
convertida en piedra. Su huella quedó marcada en uno de los sillares,
probablemente un fósil del corredor de entrada. Se dice que en
un hueco abierto en el altar mayor de la iglesia se depositó el Santo Grial,
leyenda que nunca ha sido olvidada, sino que permanece en la memoria viva de
los habitantes de Siresa y de toda la región.
La riqueza de la leyenda pirenaica como podemos ver es
extrema. Basta con hojear el Guide des Pyrénées mystérieuses de Bernard
Duhourcau, Le Panthéon pyrénéen de Olivier de Marliave y Jean-Claude
Pertuzé, Aragón Legendario de Juan Dominguez Lasierra o 50 lugares
mágicos de los Pirineos de Carlos Ollés Estopiñá, para convencerse.
3. CUENTOS POPULARES O FOLKLÓRICOS
Existen diferencias notables entre las leyendas y los
cuentos populares o folklóricos. Ambos presentan una gran similitud, tanto que
con mucha frecuencia se presentan conjuntamente publicados. La leyenda, como
hemos visto, tiene unos trazos históricos y geográficos evidentes al situar los
hechos en lugares más o menos localizables que son protagonizados por
personajes históricos o acompañantes de los mismos que bien pudieron existir
(Tenéze, 1969).
Por el contrario, nos encontramos con un cuento cuando no
hay referencia geográfica identificable alguna, los hechos suceden en un
bosque, en el mar, o en el castillo encumbrado de un país muy lejano, y tampoco
es posible la identificación de los personajes que suelen ser indefinidos: un
rey, un labrador, un pescador, etc., y, a veces, son calificados con adjetivos
comunes: el hermano mayor, el hermano menor; el más diligente o perezoso; a lo
sumo sus nombres, cuando aparecen, son los comunes de la zona geográfica donde
se recopilaron, muchas veces sirviendo para dar título al cuento: Pedro el de
Malas, Juan el Oso que veremos más adelante.
Según Juan Domínguez Lasierra, el cuento “es pintura de
tipos, de caracteres, de usos, de ambiente, de paisajes, un trozo de vida
llevado al papel, como el pintor lo lleva al lienzo”. Para Julio Camarena el
cuento es “una obra en prosa, de creación colectiva, que narra sucesos
ficticios y que vive en la tradición oral variando continuamente” (1995:31). En
los cuentos folklóricos del Pirineo encontramos toda una serie de seres
fantásticos y personajes comunes en toda la cordillera, pese a sus diversas
denominaciones. Así, por ejemplo, encontraremos historias de fadas (hadas),
moras, donas d’aigua, lamias, lavanderas (todos ellos personajes femeninos no
humanos, de gran belleza, con poderes mágicos y relacionadas con la naturaleza
o el agua), brujas (denominación genérica para referirse a seres fantásticos o
mágicos), duendes (responden a muchas caracterizaciones; presentan un reducido
tamaño, son traviesos y juguetones) y dragones (animales fantásticos), árboles
mágicos o espíritus de la montaña.
Son muchos los escritores que han dedicado su tiempo y su
obra a la recopilación de estas tradiciones orales en forma de cuentos. Además
del citado Juan Domínguez Lasierra (1943-), destacan Rafael Andolz (Jaca, 1926
- Huesca, 1998) con sus libros “Leyendas del Pirineo” (1994), “Cuentos del Pirineo
para niños y adultos” (1995), “El Pirineo. Cuéntamelo, yayo” (1997) o “Marieta”
(1998); Eusebio Blasco Soler (Zaragoza 1844, Madrid 1903) con sus “Cuentos
aragoneses”; Jacint Verdaguer (1845-1902) en Cataluña y su famosa obra “Canigó.
Llegenda
pirenaica del temps de la Reconquista” (1886), Felix
Arnaudin (1844-1921) en las Landas, Eugène Cordier (1823-1870) en Bigorre,
Horace Chauve (1873-1962) en el Roussillon, entre muchos otros; todos estos escritores
“nos permiten hoy revivir este mundo imaginario, todavía marcado por una locura
juvenil y una libertad que nos sorprende” (Cosem 2017: 7).
Existen varias obras que recopilan estos cuentos
folklóricos, entre los que destacamos Pirineo, un país de cuento (2003),
obra que recopila a una treintena de escritores de toda la cordillera (vascos, aragoneses,
catalanes y occitanos) y un mosaico de historias que beben de las fuentes de la
tradición oral, del universo legendario y mítico, o de la realidad casi siempre
dramática de anónimos personajes. De la chaminera al tejao. Antología de
cuentos folklóricos aragoneses (2010), en dos volúmenes que Carlos González
y Pep Bruno han recopilado y editado dentro de la colección Tierra Oral de la
editorial Palabras del candil, de Guadalajara, con historias recogidas de la
tradición oral y rural. En ellos se incluyen cuentos folklóricos recopilados
por los principales investigadores de este género en las diversas variedades de
sus tres lenguas y ordenados por González conforme el Índice Internacional del
Cuento Tipo. En el primer volumen encontramos cuentos de animales, que
siguen la tradición de las fábulas, maravillosos o de hadas, religiosos, y
cuentos novela. En el segundo, aparecen los cuentos del ogro estúpido, cuentos
de fórmula y de brujas, y chistes y anécdotas, el subgénero más popular en
Aragón, España y el resto del mundo.
No podemos cerrar este capítulo sin hacer mención del
cuento quizás más conocido que se puede encontrar a lo largo de la cadena montañosa
y este no es otro que Jean de l'Ours. Mientras el oso desaparecía
paulatinamente de los bosques europeos, este animal seguía muy presente en los
Pirineos: animal salvaje temido y cazado, tanto depredador como presa. En toda
esta cordillera, como en otros países y en varias lenguas, desde el Juan
Artz o Xan de l'Ours de los vascos hasta el Joan de l'Ós
catalán, encontramos la historia de un niño peludo nacido del apareamiento de
un oso y una mujer. Esta historia refleja el papel mitológico que desempeñaba
el oso, vinculado a la fertilidad, tanto en Europa como en el resto del mundo. A
través de él, se revela un poco del alma pirenaica: el origen oscuro e incierto
del héroe, hijo de una bestia que rondaba tanto la imaginación como la vida
cotidiana de los habitantes del lugar. También esa necesidad de huir: todos los
pueblos carecían de recursos suficientes para alimentar a sus hijos. Además, la
experiencia de la vida y la constatación de que la fuerza no era suficiente,
que había que ser astuto y quizás más emprendedor, inteligente. Jean de l'Ours
es, sin duda, el cuento que más éxito ha tenido gracias a los almanaques.
La
mitología vasca a veces equipara a Juan el Oso con Basajaun o Baxajaun,
personaje mítico que hemos visto precedentemente.
Conclusión
Los Pirineos no forman un conjunto coherente y uniforme.
Cada valle alto se comunica más fácilmente con las tierras bajas que con su
vecino fronterizo. Como cuando los habitantes cruzaban para ir a las ferias e
incluso al exilio. Pero es cierto que la geografía impone a las personas
actitudes, formas de concebir el mundo e incluso sueños similares. Un
agricultor o un pastor de Aragón se siente igualmente unido a su primo de la
región de Ariège. A ambos lados de la cadena, las ideas no han dejado nunca de
circular, ni de fluir. Así que podemos considerar que existe un conjunto
cultural pirenaico con, por supuesto, especificidades pertenecientes a otras
culturas como pueden ser las vascas y las catalanas.
Y aunque se hayan extinguido las antiguas veladas que al
calor del hogar alimentaban los mitos, leyendas y cuentos, otras formas de
convivencia están naciendo y estamos seguros de que la larga historia de los
cuentos y las leyendas del Pirineo no ha llegado todavía a su fin.
Bibliografía
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Pirineo.
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littérature orale : le conte », Annales Economie, Societé, Civilisations, 24
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Inmaterial. 2003. URL:
<http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001325/132540s.pdf>
[1] UNESCO,
Convención para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial.
2003. URL: <http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001325/132540s.pdf>
[2] Pyrene, en
griego antiguo Πυρήνη / Pyrḗnē, es la hija de Bebryx, el héroe epónimo de los
Bebryces, pueblo que la mitología, que no es geógrafa, sitúa en Bitinia.
[3] Silius Italicus, Punica,
Les Belles Lettres, Paris, 1979, p. 86-88.
[4] Interreg surgió en el año 1990 para cofinanciar proyectos de cooperación
transfronteriza. Con el paso de los años se ha convertido también en un
instrumento de financiación de programas de cooperación transnacionales e
interregionales.
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