RESUMEN
El paisaje
suizo es sinónimo de impresionantes montañas, imponentes glaciares y de agua,
mucha agua. Este elemento natural aparece bajo diferentes formas: nieve,
manantiales, torrentes, cascadas, lagos o ríos, entre los que destacan las aguas
del Ródano, el río más importante de la Suiza Occidental. Tiene su origen en el
macizo del San Gotardo y ha sido siempre una figura clave en el imaginario de
la literatura suiza de expresión francesa. Escritores de la talla de C.F.
Ramuz, Maurice Chappaz, Corinna Bille o Pierrette Micheloud han dedicado
poemas, relatos cortos o incluso ensayos completos a este elemento natural. En
esta comunicación presentaremos los aspectos más destacados de la simbología de
este mito literario desde una perspectiva ecocrítica, contribuyendo de esta
manera a reflexionar sobre su situación ambiental y mostrando el vínculo que
estos escritores han mantenido con este elemento. Nos centraremos
principalmente en cuatro obras: “Chant de notre Rhône” de C.F. Ramuz, “Vocation
des fleuves” de Maurice Chappaz, “Ma Forêt, mon Fleuve” de Corinna Bille et
“Regards du Rhône” de Pierrette Micheloud.
L'onde, tout à la fois passé, présent et
avenir, permet de regarder le temps; elle devient de l'histoire liquide
(Jacques Rossiaud).
El
agua ha sido siempre un tema evocador para artistas y poetas que han utilizado
este elemento como fuente de inspiración por esa gran capacidad que posee de
estimular la conciencia, la imaginación e incluso, como nos recuerda Gaston
Bachelard, el lenguaje: “L’eau est la maîtresse du langage fluide, du langage sans
heurt, du langage continu, continué, du langage qui assouplit le rythme, qui
donne une matière uniforme à des rythmes différents” (1942: 209). Sería difícil imaginar una vida sin
arco iris, sin puestas de sol, sin tormentas eléctricas ni paisajes de nubes,
cascadas, olas batiendo una orilla rocosa. El agua está vinculada a las
emociones, por eso cuando la observamos nos sentimos más sensibles, receptivos
y compasivos. ¿Quién no se ha emocionado alguna vez mirando el vaivén de las
olas de un lago o el fluir de la corriente de un río? El sonido del agua es
relajante e incluso curativo: el borboteo de un arroyo, el goteo en una cueva o
el reflujo de la marea pueden llegar a ser música celestial para nuestros
oídos. El agua nos hipnotiza y tiene el poder de calmar nuestra mente. Y sin
embargo… sabemos tan poco de ella. Es quizás el elemento más misterioso de la
Tierra: cae en forma de lluvia o nace de la tierra para que la fecundación se
logre: es fuente de vida y, circulando por la naturaleza, preserva esa vida. De
todos los elementos, el agua es el más claramente transicional. Fluye por la
tierra en forma de manantial, torrente, río, pero se puede elevar hacia el aire
por efecto del fuego - el sol - para volver a la tierra en un choque con el
aire frío. Es lo líquido entre lo sólido de la tierra y lo etéreo del aire y
del fuego, habiéndose convertido - en diferentes mitos antiguos - en mediador
entre la vida y la muerte, entre la creación y la destrucción.
1.
Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el
morir
Los
arroyos y los ríos sanos son agua en su expresión más activa y poderosa. El
científico James Lovelock nos recuerda que los ríos son las venas del planeta y
junto a las corrientes marinas forman parte de su sistema circulatorio. Su
misión es llevar y distribuir el agua dulce a los lagos, a los humedales y al
mar. Un agua cargado de nutrientes necesarios para que miles de especies
acuáticas pueda sobrevivir. El río es pues portador de vida. En los lugares por
donde pasa va dejando la vida y, al mismo tiempo, arrastra consigo la maleza
que encuentra, alegrando la campiña con el canto de sus aguas. El río sacia muchos
recodos secos y sedientos, cobija a muchos peces y a otros animales, y ¿cómo
no? son un elemento indispensable para el desarrollo humano: pueblos y
civilizaciones enteras se han asentado a lo largo de la historia junto a los
ríos. Suministran agua, alimento, rutas de navegación, entretenimiento y son
fuente inagotable de energía.
Esta
comunicación está dedicada a uno de esos ríos, portadores de vida, más
emblemáticos de Europa: el río Ródano, todo un símbolo en Suiza. Río mítico no
sólo porque en sus aguas vivían extrañas criaturas, como el Drac[1], sino también porque su impresionante fortaleza equivalía a la de
los héroes de la mitología; río poético por su capacidad de inspirar a poetas,
escritores y artistas. Su nombre etimológico (del griego rhodanos;
latín, rhodanus) resulta incierto, quizás de origen celta (del radical reth,
red, ret, que significa correr) o del calificativo redan, retan, rodan
(rápido) de los que derivan las antiguas variantes del Rhodanus. Plinio el
Viejo (Historia Natural, III, 29) cuenta que una colonia de comerciantes de la
isla de Rodas se había establecido entre los siglos VII-VI antes de J.C. a la
entrada del delta y había dado su nombre al río.
On voit aussi Agathe, jadis aux Massiliens, le pays des Volces Tectosages,
et Rhode, cette colonie de Rhodiens, qui a donné son nom au fleuve le plus
riche de Gaules, au Rhône, qui tombant des Alpes et perçant le Leman, emporte
dans sa course et le lent Araris, et l’Isère, et la Druentie, ses rivaux en
rapidité (Histoire Naturelle, T3: 29)
Es,
sin lugar a dudas, uno de los ríos europeos más importantes. Sus aguas recorren
812 km de longitud, de los que 290 km transcurren por tierras suizas. Nace en
el glaciar del Ródano, a 2209 metros de altitud, en el extremo oriental del
cantón del Valais y sus aguas alimentan uno de los lagos más voluminosos de
Europa, el Leman (72 km), antes de atravesar la ciudad de Ginebra y perderse en
territorio francés, hasta desembocar en el mar Mediterráneo. Se trata pues de
un elemento natural que siempre ha marcado e influenciado con su paso el
imaginario de viajeros y artistas del mundo entero, pero también de escritores
y poetas de la Suiza de expresión francesa. Analizaremos los aspectos más
importantes de la simbología de este río, convertido ya en todo un mito
literario, a través de las obras de cuatro grandes y destacados escritores de
la literatura suiza: C.F. Ramuz, Maurice Chappaz, Corinna Bille et Pierrette
Micheloud. En este momento en que el Valais y la Confederación
han puesto en marcha un programa que, preservando los intereses de la economía,
tiene como objetivo revitalizar el Ródano[2], la
obra de estos cuatro autores es, sin duda, un buen lugar al que acudir para rememorar
sus orígenes: “Selon la nature, le fleuve est la voie la vérité la vie”
(Chappaz 2003: 21).
2. El Ródano símbolo de identidad y de unión
El Ródano juega un papel preponderante en el imaginario de C.F. Ramuz. Aunque
es quizás en Chant de notre Rhône donde observamos la más bella
evocación hacia este elemento. El relato cede el paso a una meditación lírica
cuyo tema esencial es el propio río, principio de vida para la tierra que él
mismo irriga (Marclay, 1950: 48).
El poeta nos describe el nacimiento del río y contempla su discurrir
vagabundo:
Là-bas,
le Rhône naît du glacier: voilà d’abord son origine.
C’est
cette grande vallée pierreuse, avec un versant privé de sa chair sous une peau
peinte et repeinte, cuite et recuite par le soleil, où si souvent on s’est
tenu, à l’ombre de l’un ou l’outre de ces pins qu’il y a, l’ombrelle des
branches mal ouverte et un peu de travers, en peinture vert foncé sur une
peinture bleu foncé ; et l’on a contemplé de là, dans le fond de cette
vallée, quand il coulait encore blanc comme sont les eaux du glacier qui sont
des eaux comme du lait (Ramuz, 1967 :12).
El Ródano aparece siempre unido a esa región del Valais que el propio río ha
creado y dado forma a lo largo y a lo ancho de su recorrido, desde lo alto de
la montaña hasta su descenso al valle. El nacimiento del Ródano, - torrente
salvaje habitado por una fuerza violenta, es decir elemental -, es comparado
por Ramuz con un niño, que sólo comienza a cobrar vida cuando se siente
protegido en su verdadera cuna, que en este caso se encuentra representada por
el lago Leman:
Les fleuves tombent d’abord à pic, suspendant au-dessus du vide les plis
superposés de leur chute arrêtée, et c’est tout au bas d’eux-mêmes seulement,
dans un creux, un repli, dans un nid, en effet dans un véritable berceau, dans
des draps soigneusement passés au bleu, sous de rideaux de tulle transparent,
qu’ils prennent vie.[3]
Y esa fuerza impetuosa
que, después de haber creado el Valais, forma la cuenca lemánica, la “petite
Méditerranée”, se convierte a su vez en la cuna del país de Vaud, uniendo así
los dos cantones: el cantón del Valais y el cantón de Vaud. Pero a su vez, el
lago, ese gran contenedor, acoge a todo aquel que viene a mirarse en él para
reconocerse: “Miroir de la vie et du
ciel, un grand miroir est là, où je me mire” (Ramuz, 1967: 9). Ramuz hace
referencia a la otra orilla, la saboyana. El Ródano une aquí a las dos orillas,
a los dos pueblos, el suizo y el francés. El
río es pues símbolo de unidad entre los pueblos, puesto que todos se reflejan
en él. Y esa cuenca, con connotaciones tan maternas, matriz del país, se abre a
su vez hacia otros horizontes: “Il semble qu’on voit l’autre côté de la terre
et on va à travers la terre jusqu’au ciel qui est de l’autre côté » (Ramuz, 1967: 20).
Después de haber dado
nacimiento a la región del Valais y a la cuenca lemánica, el Ródano continúa su
camino hacia el sur, y recobrando de nuevo su ímpetu, va creando paisajes y
ciudades parecidos a aquellos: “Le fleuve reflète tous les contrastes des
paysages qu’il traverse et des peuples qui habitent ses rives” (Marclay, 1950:
49). Gracias al Ródano el país del Valais y el país de Vaud forman una unidad
geográfica, histórica, lingüística y espiritual con la Savoya y el
Mediterráneo. Cuando Ramuz medita al borde del lago “c’est
le fleuve entier qu’il voit et qu’il chante, le fleuve et les peuples unis par
lui dans une profonde parenté de langue et de race” (Marclay, 1950: 49). Y
confiere al río el poder de transmitir con sus aguas esa historia líquida que
nos cuenta:
Nous
aussi, nous saluons une réalité non visible, et, au-dessus de ce cours, en sens
inverse, connaissons qu’il y a une autre espèce de cours. C’est ainsi que de
là-bas, en même temps que les vapeurs, des images nous sommes venues, des
religions nous sommes venues, en même temps que l’objet Rhône nous revient et
il nous revient chaque jours, comme s’il s’agissait d’un corps, avec une
circulation de sang, comme s’il s’agissait d’un royaume non politique, mais où
il y aurait tout de même un roi, c’est-à-dire, un législateur des mœurs et des
coutumes, une autorité que décide des actions, qui décide des paroles, qui
décide des gestes (Ramuz, 1967 : 25)
Su
presencia es así inmemoriable “parce que depuis toujours il est là, et
immémorialement il marmonne là, élevant la voix quand la nuit vient, la
laissant tomber et faiblir à mesure que le jour grandit” (Ramuz, 1968a :
357). El tiempo fluye con el río, inexorable. Las
olas del lago marcan el tic tac del reloj « heures du temps, heures
marquées, une grande horloge est là, qui bat » (Ramuz, 1967: 9). Al contrario que las
vidas humanas, el Ródano es infinito, y es así que forma parte de un tiempo
cíclico. No sólo es presente, sino también pasado y
futuro: “Là aussi ça dure, là non plus rien ne change; ah ! on le connaît
bien, ce Rhône, on ne le connaît que trop ! Depuis le temps, (...) depuis
le temps qu’il vous raconte sa vieille histoire, toujours la même…” (Ramuz,
1968a : 235-236). El agua de que se compone, no sólo cae desde lo alto, sino que
asciende desde lo más profundo de la tierra, revistiendo así al río de su
característica cíclica. A Ramuz le gusta imaginar las nubes trayendo el agua
desde el mar para que ésta se transforme en manantial, río y lago.
…on
chante ici l’âme d’un fleuve. Voilà déjà qu’incessamment et chaque jour un peu
tu nous reviens, ô Rhône, parce que chaque jour le soleil te dit :
lève-toi. Il t’attire à lui, par une vapeur qu’il fait monter de la mer, et,
confiant cette vapeur au vent : « Portez-la d’où elle est
venue » (Ramuz, 1967: 25).
No hay que olvidar que
el río es básicamente agua - elemento primordial de vida. Las tradiciones
cosmogónicas de la mayoría de las culturas asocian las aguas de los grandes
ríos con las primeras causas de la creación. El agua posee la fuerza de
engendrar, de alimentar, impone su ley y su orden al paisaje circundante, se
convierte en creador todo poderoso. Incluso el lago deja de ser solamente
espejo pasivo, él también crea el país a su imagen y semejanza.
Je
vois l’eau, je trouve de l’eau, je trouve le Rhône et le lac; je vois les
espaces du lac être pères de tout le reste, puis que ce lac est né d’ailleurs
et que ce lac se porte ailleurs, que ce lac est un fleuve, que ce lac est un
cours. (Ramuz, 1967 : 22-23)
El Ródano, fuerza
creadora por excelencia, representa, una totalidad en la obra ramuziana. Sus aguas
lechosas, el hecho de convertirse en cuna y en cuenca, conteniendo todo el
país, le convierten en una entidad materna. Pero como autor de la orden y de la
ley y del poder creador que se le otorga, simboliza también al padre. Aunque no
por ello, deja tampoco de ser al mismo tiempo el hijo poderoso de la montaña,
de la que nace y parece no separarse nunca:
Et
ici, brusquement, c’est comme si la haute montagne d’où le fleuve descend était
elle-même descendue et venait toute entière à vous; la grande montagne
d’au-dessus des arbres et de l’herbe, là où il n’y a plus que la pierre, plus
rien que la neige et que les glaces, là d’où il vient, mais elle vient avec lui
[…]. C’est que le fleuve apporte avec lui la haute montagne. (Ramuz,
1968c : 320)
Y como
descendiente directo de la montaña, el río ha heredado su misma fuerza y
poderío. Las inundaciones sufridas a lo largo del siglo pasado en el cantón del
Valais han sido numerosas y muy destructivas (1929, 1948). Ante la furia de las
aguas del Ródano el hombre se siente insignificante:
… la couleur de cette eau, sa
violence et ses remous, plus que sa largeur encore ; et tout à coup la
conscience vient, accablante, de la toute-puissance du fléau. L’homme soudain
rapetissé ; l’homme pas même gênant tellement il en devient insignifiant ; (Ramuz,
1968b : 170)
Chant de
notre Rhône nos traslada al centro del estilo
lírico más puro de Ramuz. El río es, ante todo, principio
de vida, creador de esa primera unidad de la que el poeta extrae la esencia de
su obra; aporta carácter, identidad, a las regiones por las que pasa, expresa
el “bon pays”, ese que se ofrece al hombre y que lo alimenta con sus fértiles campos
y terrazas de viñedos. Estas tierras
excepcionales fueron talladas durante milenios por el Ródano: el río dios.
Vignerons de chez nous,
vignerons riverains du Rhône, qui est-ce qui vous envoie cette lumière à la
figure, et il vous faut baisser les yeux? Qui est-ce qui envoie cette chaleur à
la figure, et elle vous cuit la figure?
On a quand même de la chance:
sans le lac, on ne serait rien, rien de rien. Où le Delezaley, où l’Epesses, où
le Calamin? C’est à l’eau qu’on doit le vin (Ramuz, 1967: 18).
3. El
Ródano, metáfora acuática
El río que se menciona con más
frecuencia en los textos de Corina Bille es el Ródano, que en su universo de
ensueño, adquiere una dimensión desconocida, un terrible poder y esconde los
más bellos misterios. El río, la fuerza indomable del agua, pero también sus
orillas, sus zonas tranquilas, sus nieves y sus juncos, ha estado siempre
presentes en la obra de la demoiselle sauvage. El Ródano, como tantos
otros elementos naturales, es una de sus fuentes de inspiración: “quand je
commençais à écrire, à l’âge de quinze ans, ce fut elle, la nature, mon premier
personnage” (1992: 461). Desde muy joven Corinna se siente atraída por las
flores, los árboles, la hierba y las piedras que aprende a conocer con gran
precisión. Sola o acompañada por sus hermanos y amigos, deambula por el bosque,
su reino más apreciado, pasea por las orillas de un Ródano todavía libre de
presas y de embalses, escala acantilados, o se lanza a la dura subida de alguna
montaña. Este contacto físico con el entorno natural, desde muy temprana edad,
la convierte años más tarde en una gran defensora del paisaje del Valais.
En Ma
Fôret, Mon fleuve, Corinna Bille confiesa: « Je suis amoureuse de la forêt,
comme du fleuve, un amour violent, absurde » (115). En este relato corto, las
aguas del Ródano son cálidas, casi maternales. La protagonista recuerda que,
siendo niña, se bañaba en un pozo de agua sulfurosa cuyo calor se asemejaba al
ambiente cerrado y caluroso del vientre materno: "j'entrais à mon tour
dans l'eau et je faillis crier de plaisir […] - j'étais bercée par une houle
chaude, maternelle” (130). Y a pesar del riesgo que corre de ahogarse, la joven
se sumerge en el agua: "Et soudain ce fut tellement extraordinaire: je
crus voir mon double avancer vers moi, oui je crus l'eau devenue miroir ou
mirage, me renvoyait mon image" (130). La imagen doble que el reflejo del
agua le devuelve resulta ser familiar por dos razones, la primera porque se
trata del mismo joven que encontró siendo una niña de ocho años en ese mismo
lugar; la segunda, la conocerá mucho más tarde por boca de la madre del joven. Christofer
es su hermano, fruto de una relación extramatrimonial de su padre con la madre
de Christofer, de ahí el parecido físico. Las aguas del Ródano reúnen para
siempre a esta pareja de hermanos-amantes. Sus
cuerpos encuentran en estas aguas primarias, verdaderas aguas maternas, la
inocencia original del primer amor; y ambos se unirán definitivamente en las
profundidades del lago.
El Ródano, sin embargo, suele aparecer en las
obras de Corinna Bille como un lugar tenebroso, marco de crímenes sórdidos, de
ahogamientos trágicos o de suicidios. En su primera novela, Théoda (1944),
Corinna relata un crimen pasional ocurrido en el Valais unas generaciones
atrás. En el relato, las aguas del río cumplen una función relevante: cuando aparecen
“vivas”, según la terminología de Bachelard, son temidas por los habitantes del
pueblo de Pragnin. En esta época, el Ródano no se encuentra todavía bajo el
dominio de los diques y corre libre por un valle completamente hostil a
cualquier emplazamiento humano.
Chaque année, à l’époque des
hautes eaux, nous regardions le Rhône envahir les terres, former des lacs aux
lignes changeantes, dont nous n’aurions voulu pour rien au monde nous
approcher. La nuit, je l’écoutais. Je ne m’endormais pas, à l’idée qu’il pourrait
Monter à la hauteur de Pragnin.
-
Es-tu sûre? Demandais-je à ma mère, es-tu sûre qu’il
ne viendra pas nous prendre?
Elle riait.
Non, Pragnin s’était garé de
lui, de ses débordements, de la poussière de ses sables, de l’odeur de ses
marais. Nous n’avions rien à craindre. (156-157)
Cuando se presentan turbias por el deshielo resultan
ser todavía más misteriosas. Son las mismas aguas que acogen en su seno el
cadáver de Barnabé; y cerca de su orilla se instala el patíbulo en el que
ejecutarán a sus tres asesinos. La escena que abre la segunda publicación de
Corinna Bille, Le Sabot de Venus (1952), ocurre junto al Ródano. Martin
Lomense, remonta el río evitando la visión de sus aguas: “Cette eau froide, si
voisine qu’il croyait la sentir passer sur son corps et clapoter entre ses
doigts, il la regardait peu. Sa vue le remplissait de malaise” (23). Varios
poemas ("Mon corps est devenu fleuve") y una pieza de teatro L’inconnue
du Haut-Rhône (1996), muestran la fascinación por el Ródano y esa obsesión que
tiene la escritora de convertirlo en una especie de “tumba acuática”; pero
sobre todo, los textos de Corinna Bille nos permiten soñar con ese río Ródano
salvaje que desgraciadamente ya ha desaparecido.
4.
El Ródano, símbolo de aventura y viaje
Pero el
Ródano puede ser también símbolo de evasión. En Vocation des fleuves (1998),
Maurice Chappaz nos hace descubrir una Suiza inmemorial a través de su
historia, de sus pueblos, de sus artistas y de su geografía de montañas, valles
y ríos: el Ródano está muy presente en esta obra, pero también los ríos Aar, Reuss,
Rin y Tessin. El Ródano es para este poeta un símbolo de la identidad del
Valais porque «[on] ne peu[t] être [s]oi-même qu’en ayant le sens du fleuve »,
pero también una invitación a traspasar las fronteras, una incitación al viaje.
Cuando Maurice Chappaz observa el Ródano las imágenes que surgen ante él evocan
lugares mucho más lejanos, lugares que el propio poeta ha conocido en sus
infinitos viajes y que le recuerdan el Valais de su infancia. La presencia del
río, inmovilidad que tiende siempre a huir, que nada parece poder detener, muestra
al mismo tiempo el flujo y la estabilidad, lo que conlleva en sí mismo un viaje
indefinido, alternativamente interior y exterior, o más bien los dos a la vez
(Carraud).
Je regarde le Rhône
L’eau qui court l’eau qui galope je
touche à la Laponie
Le même mot pour dire le renne
Le Rhône c’est le grand cerf sauvage
Qui détale qui se presse entre deux solitudes
Camargue et glacier
Le clapotement bleu de la Méditerranée…
Gran
viajero (Laponia 1968, Paris 1968, Nepal et Tíbet 1970, Monte Athos 1972, Rusia
1974 y 1979, China 1981, Líbano 1974, Quebec y Nueva York 1990), Chappaz ha
necesitado siempre fluir como el propio río para encontrarse consigo mismo,
como hombre y como escritor. El camino, la marcha, el senderismo le lleva a la
escritura, despierta la inspiración y, a la inversa, la inmovilidad, el espacio
cerrado, la concentración en la mesa de trabajo es necesaria para volver a
escribir tras la embriaguez de la carrera, las alturas, la idea del movimiento.
Estas dos actividades, la inmovilidad (la escritura) y el fluir (la errancia),
se complementan y se inducen mutuamente. Las huidas permiten a Maurice Chappaz
recargarse e inspirarse ante la página en blanco; el escritor puede encontrar allí
los temas de sus libros de viajes, pero todo se transforma, el relato de viaje
se transforma en una búsqueda del interior o en la reminiscencia del pasado. Y
como el agua que vuelve a su punto de partida, esos viajes le hacen comprender
sus raíces, sus orígenes “Chacun descend le fleuve / Chacun remontera à ses
origines”, porque es en su Valais natal donde encuentra su propia verdad: “Ici
est ma vérité”.
En
una entrevista concedida en 1976 Maurice Chappaz revela:
Chaque pays a sa beauté. Mais quelque chose qui s’impose
de manière abrupte et directe en Valais comme rarement ailleurs ce sont ses
vallées absolument tranchées, ces cinquante quatre mille, ces cimes blanches,
l’audace de ce fleuve, l’un de plus importants d’Europe. Il y a immédiatement
une empreinte” (Bille-Chappaz 2003: 49)
Al
igual que Ramuz, Chappaz cree que el Ródano es símbolo de unidad, una unión que
se refuerza con la imagen de esos viñedos que acompañan al Ródano en su viaje
por los cantones suizos y por tierras francesas.
Un fleuve porte
l’unité
Écoutez le
Valais… parlant vieil allemand parlant romand
Mais ce premier
coup de hache dans les quatre mille
Le surgissement
de cette eau de neige on ne peut le partager
Il n’y a qu’un
seul peuple et sa vraie langue c’est le vin (2003 : 16)
Si
el río une a los pueblos a través de la cultura de la viña, el vino socializa,
reforzando así esa idea de comunidad que siente y comparte una misma cultura. Como
bien nos recuerda Roland Barthes en su obra Mythologies:
Le vin est socialisé parce qu’il fonde non seulement une morale, mais aussi
un décor, il orne les cérémoniaux les plus menus de la vie quotidienne
française, du casse-croute (le gros rouge, le camembert) au festin, de la
conversation de bistrot au discours de banquet. Il exalte les climats quels
qu’ils soient, s’associe dans le froid à tous les mythes du réchauffement, et
dans la canicule à toutes les images de l’ombre, du frais et du piquant. Pas
une situation de contrainte physique (température, faim, ennui, servitude,
dépaysement) qui ne donne à rêver le vin (Barthes 1957 : 71)
Es un hecho probado también en los cantones suizos
de Vaud y de Valais. El vino forma parte de la alimentación, pero aún más de la
sociabilidad y de los ritos. Así, vemos numerosas comunidades locales
(asociaciones de música, de deportes, hermandades, etc.) que poseen sus propios
viñedos, sus propias bodegas, sus propios vinos. Y a su vez, las diferentes asociaciones
mandan editar etiquetas exclusivas que se reservan a un propietario de bodega
para celebraciones de todo tipo (inauguraciones, fiestas locales, torneos
deportivos, aniversarios, etc.) preservando de este modo el ritual del vino.
5.
El Ródano,
símbolo de vida
Para
Pierrette Micheloud, el Ródano es también un símbolo de vida. En 1964 publica
una de sus obras más queridas Valais de Cœur. Es el libro de una
enamorada de su región, el Valais. Escuchar la naturaleza y observar los
paisajes de su querido cantón eran para ella un recurso para alcanzar la
interioridad que tanto anhelaba: oír el canto de la Tierra, y en particular el
del país valaisan, que es « chanson aux multiples couplets », formaba parte de esa
búsqueda constante de identidad. La poeta canta el espíritu de su país y su
primer amor va directamente a ese Ródano que tanto afecciona. El libro se abre
con Ce Rhône, notre vie, un largo poema en honor a ese río que nace de
la herida de un glaciar:
Blessure d’un glacier
Un fleuve commence
Pas plus large qu’un ruisseau
Couleur de la pierre
Il fait froid et chaud
Comme à l’origine d’un bonheur (1964: 8)
Un
Ródano todavía joven, lleno de vida, que desciende intrépido por la montaña
hasta la planicie y cesa de existir cuando llega al mar. Pero que al mismo
tiempo consigue “redevenir la goutte d’eau pure qui recommence le monde”
(Micheloud, 1965:12). Aunque es, casi cuarenta años después, cuando Pierrette
le dedica un libro completo. Nace así Regards sur le Rhône (2002). En
esta obra, la poeta nos invita a un paseo a lo largo del curso del mismo río.
Las aguas del Ródano fluyen por cada una de las líneas de su prosa poética, y
así pasando una a una las páginas de este hermoso libro Pierrette nos hace
descubrir su río, desde su nacimiento en el glaciar hasta esa primera muerte,
que es el Lago Lemán, desde dónde renace con más fuerza y transparencia, para
seguir su curso hasta el mediterráneo.
Si
hemos elegido estas dos obras no es por casualidad. El paso del tiempo ha
marcado la fisonomía del río. Al igual que Ramuz, Pierrette Micheloud personifica
el río Ródano. Descubrimos así sus entusiasmos, sus sueños de infinito, sus
penas y sus miedos. Pero también queda espacio para sus heridas, esas que el
ser humano le ha causado a lo largo de estos últimos años y que son visibles a
lo largo de su curso. Desde el mismo inicio del libro la ecocrítica se hace
presente, ya que Pierrette restablece ese vínculo que nos une a la naturaleza,
a través de un Ródano libre que va dejando sus mensajes a todos aquellos que
deseen escucharlo: “Il y avait jadis, le long du Rhône, des lieux où soufflait
un air chargé de messages qui devenait voix aux oreilles attentives” (Micheloud
2002: 7). Sus márgenes estaban repletos de vida: flora y fauna silvestre
convivían con las aguas sin miedo al futuro. Desgraciadamente, la llegada del
progreso al Valais acalló las voces del río: “les fracas des machines, les
endiguements, les raffus des forces motrices, les mutilations des paysages”
(7). Sin embargo, y a pesar de todo este
ruido ensordecedor, la poeta está segura de que estas voces siguen todavía presentes:
“[r]ien ne nous empêcherait, nous d’à présent, de les entendre” (7). Porque “Le
ciel est toujours le Ciel, la terre est toujours la Terre, même brutalisé,
souvent méconnaissable” (7). Pierrette da una visión intimista al texto, pero también
contribuye a una meditación sobre la situación ambiental de este elemento y
advierte “Le dernier mot ne sera pas celui de notre humanité, mais le sien…”
(7), haciendo referencia a la naturaleza en su conjunto.
Otro
gran escritor del Valais, Maurice Zermatten, describía acertadamente en su obra
Saisons Valaisannes (1947), la sensación de conquista que acompañaron a
las correcciones del Ródano y el esfuerzo de los hombres, prestando la palabra
a aquellos que osaron “disputer au Rhône les terres que le fleuve tenait en
laisse depuis des milliers d’années”. Y nos advierte:
Voilà, c’est notre humble
histoire, à nous, défricheurs de la plaine. Le marais d’hier, regardez-le qui
prépare les plus beaux fruits du monde. […] La chair rouge des fraises tire des
alluvions asservies sa saveur moelleuse. Nous avons plié la terre à nos
désirs ; nous l’avons domestiquée mais, chaque heure, nous devons rester
présents parce qu’à chaque heure encore elle se rebelle. Nous sommes ses
maîtres et ses esclaves, ses bourreaux et ses victimes. Et toujours, le fleuve,
entre les digues, qui vaticine : Vous verrez ; vous verrez !
(Zermatten 1947 :36).
Conclusión
En esta comunicación hemos podido
comprender la importancia que tiene el río Ródano en el imaginario de la
literatura suiza de expresión francesa. Evidentemente, se trata de un pequeño
muestrario, ya que nuestro tiempo aquí es muy limitado para realizar un estudio
mucho más exhaustivo. Sin embargo, esta muestra nos permite entrever las diferentes
visiones literarias, sensaciones y sentimientos que el Ródano ha inspirado y
despertado en escritores como Ramuz, Chappaz, Bille, Zermatten o Micheloud. Pero
también de artistas como el pintor, grabador y escultor Robert Hainard, que en
1946 consigue persuadir con éxito a Maurice Troillet (tío del escritor Maurice
Chappaz), artífice de la consolidación de la planicie del Ródano en Valais, de
conservar una parte del antiguo río salvaje. Esto dio lugar a la reserva
natural de Pouta Fontana o pantano de Grône. Hoy en día, con sus 32 hectáreas
preservadas muestra la llanura del Ródano de antaño con su vegetación y su
fauna; es en la actualidad el mayor humedal del Valais. Acciones como ésta han
podido preservar algunos de los paisajes todavía auténticos de este río.
En la actualidad, el Ródano está sufriendo su tercera
gran corrección en tierras suizas, un proyecto que se extiende prácticamente
desde su nacimiento (Gletsch VS) hasta el lago Leman y que ha suscitado muchas
controversias. A lo largo de estos tres últimos
siglos, se han llevado a cabo varias correcciones para protegerse de las
inundaciones y para desecar la planicie. Cada proyecto muestra una dinámica
social diferente y permite comprender la dimensión política de las relaciones
del hombre con su medio ambiente. El siglo XVIII denuncia sin reaccionar, el
siglo XIX es conquistador pero se debilita por las divisiones, el siglo XX es
arrogante, mientras que el siglo XXI comienza modestamente, ya que los
ingenieros sugieren devolver al río una parte de su curso. Ya no se trata
únicamente de gestionar las subidas extremas de nivel del agua sino también de
restaurar en la medida de lo posible la dinámica natural del curso del río ¿Estamos
escuchando a la naturaleza, tal y como nos aconsejaba Pierrette Micheloud? Quizás
sea la solución más efectiva. Solo el tiempo lo dirá…
Bibliographie
bachelard, g. (1942) L’eau et les rêves. Col. Le
livre de poche. Paris : Librairie José Corti.
Barthes, R. (1957) Mythologies.
Paris : Ed. Seuil.
Bille, C. (1944) Theoda ou la passion aveugle. Albeuve : Ed. Castella.
--, (1952) Le Sabot de Venus. Albeuve
: Ed. Castella.
--, (1961) « Mon corps est
devenu fleuve » Le Pays Secret. Sierre : Treize Étoiles, p.66.
--, (1968) « Ma forêt, mon fleuve » in La
Fraise Noire. Lausanne : La Guilde du Livre.
--, (1996) « L’inconnue du
Haut-Rhône » in L’œuvre dramatique complète I. Lausanne :
L’Age d’Homme.
chappaz, m. (2003) Vocation des fleuves. Saint
Clément de rivière : Fata Morgana.
lovelock, j. (2009) La venganza de la Tierra. Barcelona : Ed. Planeta.
Marclay, r. (1950) C.F.
Ramuz et le Valais. Lausanne : Librairie Payot.
micheloud, p. (1964) Valais de cœur. Neuchâtel : Ed. La Baconnière.
--, (2002) Régards sur … le Rhône. Ed. Porte-Plumes. Col. Carnets
Verts.
Mistral, f. (1878) Lou Tresor dóu Felibrige. http://www.lexilogos.com/tresor_felibrige.htm
ramuz, c.f. (1967) Chant de Notre Rhône in Œuvres Complètes. Lausanne : Ed. Rencontre.
--, (1968a) Derborence in Œuvres
Complètes. Lausanne : Ed. Rencontre. T. XIV.
--, (1968b) Journal in Œuvres
Complètes. Lausanne : Ed. Rencontre. T. XX.
--, (1968c) Notes et articles, “ Les grandes
chaleurs ”, in Œuvres Complètes. Lausanne : Ed. Rencontre. T. XII.
Rossiaud, j. (2007) Le Rhône au Moyen Age: Histoire et représentations d'un
fleuve européen. Paris: Editions Aubier.
Zermattent, M. (1947) Saisons valaisannes, Neuchatel-Paris.
- Comunicación presentada en el XXV Coloquio Internacional AFUE Les mots et les imaginaires de
l’eau. Organizado por la Universidad Politécnica de Valencia. Valencia,
del 20 al 22 abril del 2016.
- Palabras e imaginarios del agua. Les mots et les imaginaires de l’eau. Mercedes López Santiago, Françoise Olmo Cazevieille, Gemma Peña Martinez, Inmaculada Tamarit Vallés. Artículo: “Visiones literarias del río Ródano: imágenes de un mito”. Editorial Universidad Politécnica de Valencia, 2017. ISBN: 978-84-9048-572-9 pp. 481-488.
- Palabras e imaginarios del agua. Les mots et les imaginaires de l’eau. Mercedes López Santiago, Françoise Olmo Cazevieille, Gemma Peña Martinez, Inmaculada Tamarit Vallés. Artículo: “Visiones literarias del río Ródano: imágenes de un mito”. Editorial Universidad Politécnica de Valencia, 2017. ISBN: 978-84-9048-572-9 pp. 481-488.
[1] « Le Drac du Rhône était un monstre ailé et amphibie qui portait sur
le corps d'un reptile les épaules et la tête d'un beau jeune homme. Il habitait
le fond du fleuve où il tâchait d'attirer, pour les dévorer, les imprudents
gagnés par la douceur de sa voix » (Mistral 1878 : 824).
[2] El Ródano, en Suiza, ha sufrido
varias correcciones a lo largo de los dos últimos siglos. La tercera corrección
que se está produciendo en la actualidad quiere asegurar que el Ródano
desempeñará sus funciones en términos de:
-
Seguridad: protección contra la llanura de
inundación
-
Medio Ambiente: ambientes acuáticos y
terrestres, la columna vertebral de la red ecológica
-
Uso de la tierra: la preservación de los
recursos hidráulicos e hidroeléctricos, el paisaje, la mejora de los usos
recreativos, la estructuración de la disposición de la llanura (http://www.bg-21.com/fr/node/2226).
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