lunes, 25 de octubre de 2021

NOTA DE LECTURA. "EL MATRIARCADO" DE PAUL LAFARGUE

 

La editorial Altamarea Ediciones acaba de publicar “El Matriarcado”[1], obra del polifacético político, periodista y escritor Paul Lafargue (1842-1911), con prólogo de la socióloga, historiadora y activista femenina Dora Barrancos y cuya traducción ha sido realizada por el a su vez escritor, traductor y profesor Alfredo Álvarez Álvarez. Publicado en Francia inicialmente en forma de serial en la revista Le Socialiste, del 4 de septiembre al 16 de octubre de 1886, y por primera vez en castellano en 1910 por el Centro Editorial Presa (Barcelona), este texto clásico sigue siendo fascinante y más que nunca de gran actualidad. Otras reediciones han ido apareciendo en los años sucesivos, lo que denota su especial relevancia. Nos enseña que el matriarcado es ante todo un sistema de parentesco, una concepción de la familia. Es un término antropológico común utilizado para designar una determinada organización familiar. Compuesto por el latín mater y el griego arkhè, significa literalmente "el orden de las madres". Su lectura no dejará indiferente a nadie: “antes de llegar a la estructura familiar actual, la humanidad tuvo otra muy diferente, con la madre como elemento central”. Lafargue demuestra que la familia matriarcal (sin padre ni marido, pero no sin tío) es original de toda la humanidad, y que el advenimiento de la familia patriarcal (reconocimiento de la paternidad) fue una revolución sangrienta. El matriarcado, según Lafargue, es la ausencia legal del padre, incluyendo la matrilinealidad: toda la transmisión es por sangre materna, la matrilocalidad: la vida social se organiza en torno a la madre y la avonculat: la paternidad social (educación) del niño está asegurada por el tío materno. En efecto, estas llamadas sociedades matriarcales se estructuran en familias extensas colectivistas (clanes), matrilineales, sin matrimonio ni paternidad genética reconocida. El niño pertenece al clan de su madre, del que se excluye al padre. Éstos son criados por los hombres de su clan, gracias a los tíos maternos, y no por su padre. No hay parejas, ni fidelidad, ni celos, ni posesividad, ni violencia de género, ni prostitución, ni mercantilización del sexo. Los asuntos internos de la familia suelen ser gestionados por las mujeres, mientras que de los asuntos externos se ocupan los hombres. La distribución del trabajo se basa en el mérito. Hablaremos más bien de un sistema matri-céntrico o matrístico, porque la madre no está por encima sino en el centro de la sociedad. Este es el primer sistema familiar conocido por la humanidad. Su origen fue el desconocimiento del vínculo entre la sexualidad y la reproducción, y se mantuvo mucho después del descubrimiento de la paternidad.

A través de un elocuente panorama de las costumbres y tradiciones de muchas sociedades primitivas, que no tenían familia paterna, esta original obra nos presenta además el nefasto papel de la aparición del patriarcado. El libro se divide en seis capítulos, en los que se presentan cuestiones de gran relevancia histórica: Paul Lafargue retoma los trabajos de Lewis Henry Morgan[2] sobre los indios americanos “iroqueses”, de Henri Duveyrier[3] sobre los tuaregs de África, de Lorimer Fison y Alfred William Howitt sobre los kamilaroi y los kurnai de Australia, sobre los naires de la India del erudito suizo Johann Jakob Bachoffen[4], y analiza también la mitología del Egipto faraónico y la de la antigua Grecia (El matricidio de Orestes, el fuego sagrado de Prometeo, la caja de Pandora...), para constatar que el matriarcado coincidía con ese comunismo primitivo[5] en el que las mujeres eran las que gobernaban la familia y tenían varios hombres para que ninguno de ellos pudiera reivindicarse como padre.

Y al mismo tiempo nos explica cómo llegamos al patriarcado dominante que padecemos todavía en la actualidad, su origen y su expansión a través de toda la humanidad: la llegada de la familia patriarcal (reconocimiento de la paternidad) no fue nada pacífica: “la familia patriarcal hizo su entrada en el mundo escoltada por la discordia, el crimen y la farsa degradante” (114). A este último aspecto le dedica su último capítulo “La farsa después de la tragedia”, con una mención especial a la tradición de la covada: “Es conocida la covada vasca; la mujer da a luz y el marido se mete en la cama, gime y se contorsiona mientras los vecinos y las vecinas acuden a visitarlo, en un ambiente de gravedad, para felicitarlo por el feliz alumbramiento” (111). La covada es un rito de aceptación de la paternidad y de legitimación del recién nacido. En el matriarcado sería la mujer, como cabeza de familia, quien legitima y decide la aceptación de los hijos; ahora con la covada o simulación masculina del parto en cambio es esencial la aceptación por parte del padre, sin la cual el recién nacido no se incorpora a la familia. Se trata en resumen de un reconocimiento público y expreso de la paternidad, del papel que juega el padre y del nuevo ser como hijo suyo. (Recordemos cómo en la familia romana es el paterfamilias el que acepta formalmente al hijo recién nacido.)  Con estos ritos se estaría negando, pues, el matriarcado.

Paul Lafargue escribió mucho sobre el papel de la mujer en la sociedad Le matriarcat, étude sur les origines de la famille (1886), Recherches sur l'origine et l'évolution des idées de justice, du bien, de l'âme et de dieu (1909) enfrentándose así al machismo ambiental de principios del siglo XX, al mismo tiempo que denunciaba la visión anticuada de la burguesía sobre el papel de la mujer en la sociedad, poniéndola en perspectiva histórica. Según él, sólo la instauración del socialismo podía resolver esta "cuestión de la mujer". Por ello esta obra sigue estando esencialmente de gran actualidad, para ser leída y releída a través de los años.

 



[1] Paul Lafargue publicó en 1886 Le matriarcat, étude sur les origines de la famille (ed. Kodawa, 2012).

[2] Lewis Henry Morgan, jurista estadounidense, es considerado el fundador de la antropología, sobre todo porque observó él mismo a las tribus iroquesas sumergiéndose en ellas. En 1877 publicó una obra impactante, Ancient Society, en la que planteaba un modelo evolutivo de las sociedades.

[3] Duveyrier, Les Touareg du Nord, Paris, 1851.

[4] Le droit maternel (Das Mutterrecht)

[5] No olvidemos que Paul Lafargue fue uno de los máximos defensores de Karl Marx, -que pasó a la historia como el ideólogo de la doctrina comunista-, y además su yerno, ya que se casó con Laura Marx. Juntos estuvieron casados más de 40 años viviendo una apasionada historia de amor y filosofía con un final trágico.

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