jueves, 31 de octubre de 2019

PENSAR COMO UN OSO: ANTROPOMORFISMO EN “LE DERNIER OURS” DE CHARLOTTE BOUSQUET


Puede sonar un poco extraño, especialmente ahora, pero acabo de enterarme de la muerte de Knut, el oso de Berlín, y me siento desconcertada. Extraña, en realidad. Mal. Al borde de las lágrimas. Porque fue para mí el símbolo de un desastre, y no solo la mascota que salvó el zoológico de Berlín. Huérfano, criado por un cuidador que murió dos años después de su nacimiento. Y después... Después, desorientado, impregnado pero "animal salvaje", malcriado pero temido, antropomorfizado "pero aun así", obviamente sufriendo trastornos de conducta, ¿cómo podría ser de otra manera? En resumen, Knut, lo fotografié en Berlín el pasado agosto. Y cuando escribí Anuri pensé en él. Los osos polares que se alejan de sus icebergs, los témpanos de hielo, el mundo gira. En fin. Knut está muerto y me siento triste. Blog de Charlotte Bousquet.



El oso "es uno de los animales que más han marcado al ser humano", dice Michel Pastoureau, historiador de la École Pratique des Hautes Etudes. El hombre y el oso han cohabitado juntos desde la prehistoria y compartido las mismas cuevas, lugar de hibernación para uno, sitio de expresión pictórica para el otro. Todas las mitologías europeas hacen del oso un animal aparte, un dios o un antepasado del hombre, símbolo de la fuerte impresión que el plantígrado ha ejercido siempre sobre el ser humano. Hacia el siglo X, pierde este favor porque el cristianismo lo ve como un animal peligroso. Existía una creencia popular generalizada de que el oso macho se sentía sexualmente atraído por las mujeres jóvenes, que las secuestraba, violaba y de estas uniones nacían seres mitad hombre y mitad oso. Como nos cuenta la historia de Jean de l'Ours. Y lo destruyen, le dan cazan, lo atrapan para domesticarlo y mostrarlo en aldeas, en ferias y en circos. A principios del siglo XX, en 1903, la imagen del oso cambia por completo gracias a la aparición de un oso de peluche, Teddy Bear, el último eco de una relación apasionada de los últimos años: y así, igual que el hombre paleolítico a veces compartía sus temores y cuevas con el oso, ahora es el niño del siglo XXI quien comparte sus temores y su cama con un osito de peluche.

Hoy, desafortunadamente, la mayoría de las especies de osos están en peligro de extinción. Las causas: la reducción de su hábitat (a través de la urbanización masiva, la agricultura y las diversas explotaciones), la caza furtiva y el calentamiento climático. Si hay un animal que simboliza el cambio climático, ese es sin duda alguna, el oso polar.

La población mundial de osos polares, 25,000 hoy en día, bien podría, según los científicos, disminuir en un tercio en los próximos diez años, y probablemente extinguirse en 2050. Este mamífero se ha convertido en el símbolo de los efectos desastrosos del cambio climático en los últimos años, especialmente por esta impactante imagen que pasó a través de todos los medios de comunicación del mundo en diciembre de 2017: un oso polar demacrado y delgado, que se arrastraba miserablemente, que a duras penas podía sostenerse sobre sus patas y estaba terriblemente hambriento ¿La razón? Su hábitat natural desaparece, la capa de hielo se derrite muy rápidamente debido al calentamiento global, mientras que es vital para los osos polares porque es al mismo tiempo su lugar de caza, descanso y reproducción. Sin embargo, debido al calentamiento global, su área de superficie disminuye en aproximadamente un 13,4% por década (WWF).



Le dernier ours : una bellísima historia de amor

Aquí está la base temática de nuestro relato: una novela ecológica y humana para despertar conciencias. La historia comienza en la primavera de 2025 en los suburbios de Nuuk. Karen, la protagonista, mira a través de una ventana los alrededores de su casa: "el patio inundado donde flotan los desperdicios, el árbol torcido cerca de la entrada, junto al viejo cobertizo" (11), de repente, la imagen de una osa y sus dos pequeños aparecen frente a ella, en medio de la noche, y ella contempla "la osa y su descendencia destruyendo uno por uno los contenedores del vecindario" (13). Uno tiene la impresión de observar una anomalía, de asistir a un espectáculo casi distópico y, sin embargo... estas imágenes están actualmente a la orden del día.

A los cachorros no les gusta la ciudad. No es que huela tan mal, han aprendido a reconocer los olores, a soportarlos de todos modos, pero cada vez que los lleva allí, su madre se enoja. Ella gruñe mucho y le da zarpazos para que no se alejen demasiado. Viene aquí por necesidad: en este momento, la comida es rara, las presas ahumadas todavía están encerradas (13).

La novela gira pues en torno al tema de la ecología y, en particular, a la conservación de las especies. En “Le Dernier ours”, Charlotte Bousquet nos lleva al futuro, al norte del mundo, en Groenlandia. Una isla ártica desolada y destrozada donde el hielo se derrite y el ecosistema se destruye por la contaminación y el cambio climático, donde la explotación de la riqueza mineral y petrolera y la búsqueda de beneficios inmediatos son lo primero. Los hombres están constantemente explotando los recursos naturales, indiferentes a los mensajes que la naturaleza parece enviarles. Y en medio de todo este desastre, encontramos al último oso nacido en libertad, en un zoológico. Uno siente la pasión y la fuerte implicación que tiene la escritora con respecto a este tema tan delicado de la defensa de los animales y una crítica feroz contra el método de impregnación:

La impregnación. Muchos zoológicos y organizaciones ecológistas han luchado contra este método de dar a los animales salvajes referencias humanas, para que se familiaricen con los hombres, en lugar de domesticarlos. Para ellos, esta fue la última etapa de esclavitud y degradación del mundo salvaje. Esta técnica, además de ser peligrosa, era contraria a todos los intentos de reintroducir especies en su entorno natural. (Bousquet 100)

La historia se sitúa en Groenlandia, pero notamos cómo toda la tierra está en peligro debido al comportamiento del ser humano. Encontramos a un científico dispuesto a realizar todo tipo de experimentos con tal de obtener gloria y beneficios, nada que ver con la salvaguarda de especies en peligro de extinción, nada que ver con el último oso, todo lo que le interesa son sus pequeñas experiencias. Svendsen, brillante bio-genético, es el co-fundador del zoológico que dirige con su cómplice Ava Nielsen. Piensa que todo le está permitido. Y por ello, se involucra en secreto en todo tipo de manipulaciones genéticas dirigidas a la creación de seres híbridos. Sólo el dinero y el poder le interesan y no tiene consideraciones éticas o ecológicas. Este libro alienta al lector a hacerse preguntas reales: ¿hasta dónde puede llegar el progreso? ¿Cuáles son sus límites? ¿Es deseable que se vaya tan lejos?

Anuri, el último oso de su especie, vive en un recinto del zoo y es cuidado por la joven Karen, que siempre ha sentido una conexión especial con el animal. Pero esta joven mujer Inuit debe huir con Anuri hacia el norte con la esperanza de encontrar asilo en Rasmussen Cove, el último parque natural de Groenlandia protegido por la Unesco, porque Svendsen ha decidido sacrificar a Anuri (atacó a dos científicos que se introdujeron en su recinto para extraerle muestras de sangre sin permiso veterinario y sin la presencia de su cuidadora: resultado, el oso mata a uno de ellos e hiere de gravedad al otro). Con la ayuda de Lone (una joven condenada) y Silva (que huye de la casa de corrección), Karen intentará salvar a Anuri cueste lo que cueste. Comienza así la travesía por Groenlandia. El camino es largo hacia el norte y está lleno de obstáculos. Los medios de comunicación los describen como ladrones peligrosos y comunican que Anuri es portador de la rabia. Además, unos asesinos experimentados pagados por Svedsen van tras ellos, y tienen como misión eliminar al último oso polar en el Ártico.

Todos los capítulos comienzan con un mensaje, ya sea noticias de televisión (no muy alentadoras porque hablan mucho sobre la contaminación, los derrames continuos de petróleo...) o el diario de Karen (que intenta superar sus ansiedades). Es una historia emocionante, una carrera de persecución por la supervivencia de la especie y las páginas se leen muy rápido porque el ritmo es muy fuerte y la acción está omnipresente. El libro sirve para mostrarnos lo que podría suceder si no cambiamos la trayectoria actual.

Nos sentimos muy apegados a Karen y a Anuri, su vínculo es realmente especial, son hermano y hermana, incluso si ella es humana y él animal, se entienden, se conocen y confían el uno en el otro; como si la frontera entre el hombre y el animal no existiera, los dos encarnaban los mitos más antiguos, las leyendas inuits, celtas o escandinavas, en las que el hombre y su hermano salvaje se parecen y se confunden, donde uno entra en la piel del otro y viceversa.

Crecí con Anuri, nos dice. Para él, soy lo más cercano a una familia. En la naturaleza, los osos son seres solitarios. Marrones, negros, da igual. Pueden viajar decenas de kilómetros sin cruzarse con uno de sus congéneres. Si Anuri hubiera podido vivir libre y salvaje, sería así. En fin, en un mundo mejor, por supuesto" (132).

Anuri se convierte en un personaje por derecho propio; por supuesto, está en el centro de esta historia, pero también es el apego que tiene por Karen, lo que nos embarca en una avalancha de emociones y logra convencernos de que su vida tiene tanto valor como la de un ser humano. A través de esta relación especial que mantienen, aprendemos sobre su modo de existencia, su lenguaje, del mismo modo que él se esfuerza por aprender el de Karen y lo consideramos un ser capaz de pensar, de experimentar, de aprender e incluso de enseñar, de tener o no afinidades, pero sobre todo lo consideramos un individuo singular, con toda la complejidad que ello genera. Los pasajes dedicados al oso son fascinantes y el antropomorfismo en el que podríamos caer fácilmente, en el caso de tales escenas está muy bien manejado. Las reacciones de Anuri siempre mantienen un lado muy animal. El antropomorfismo en este caso, lo utilizamos para aprender del animal. Algunos ejemplos:

Cómo siente el peligro y la amenaza: “La osa sintió el peligro. Incómoda, mueve su pesada cabeza de lado a lado, inhalando la oscuridad llena de lluvia. Hombres. Dos, tres tal vez. Cerca. Demasiado cerca. Con un débil gemido, llama a sus pequeños, comienza a alejarse. Esta ciudad la asusta. Hay que marcharse. Rápido. En los rincones poco iluminados adivina enemigos listos para...”

Cómo defiende a los suyos: “Decidida a proteger a los suyos, se pone de pie, amenazadora y ante sus invisibles oponentes ruge”.

Cómo ataca: "A su alrededor, el frío, el vacío, las sombras. El frío, el vacío, las sombras... Y de repente, un claro. Olor a tierra, rocas empapadas. En su camino, un obstáculo, un oponente, sin duda. Colmillos a descubierto, carga, listo para matar".

Sentimientos de remordimiento o de tristeza: "Su mandíbula estaba solo a unos pocos milímetros de su brazo cuando interrumpió su ataque y retrocedió, tímidamente. Por un momento, la joven pudo detectar en su gran cabeza blanca una expresión de preocupación, teñida de pesar "(115).

Sentimos también afecto por Lone y Silva, dos jóvenes bastante perdidos, pero que intentan ayudar lo mejor que pueden, incluso si creemos que al fin y al cabo son solo un par de adolescentes. El final es terrible, suficiente para enojar al lector. Es quizás el propósito de este libro, ya que nos gustaría poder salvar especies en peligro de extinción. Es una obra pesimista, que deja una sensación de vacío terrible. También observamos que hay una evolución del paisaje y la naturaleza entre la época en que Karen es pequeña y cuando es adulta, lo que resulta muy interesante de analizar. La situación en Groenlandia ya no es la misma. Nuestro planeta está en peligro y la historia lo destaca, a través de esta lucha de una humana y un oso que intenta sobrevivir ante el lucro, el espíritu científico, la caza y la crueldad humana.


Conclusión

El pasado mes de mayo nos encontrábamos con esta noticia en todos los medios de comunicación. Los humanos están transformando los paisajes naturales de la Tierra de manera tan dramática que hasta un número tan grande como un millón de especies vegetales y animales están en peligro de extinción, lo que representa una amenaza grave a los ecosistemas de los que personas de todo el mundo dependen para su supervivencia, concluyó un nuevo estudio exhaustivo de las Naciones Unidas.

En un siglo, y especialmente desde finales de los años cincuenta, más de un tercio de las especies ha desaparecido.

La tasa de extinción es de cien a mil veces más alta de lo normal, es decir, de lo que sucedería naturalmente.

El 40% de los vertebrados ya han desaparecido de la superficie de la tierra.


Comunicación presentada en el Seminario de Ecocrítica del grupo GIECO. 24-26 mayo de 2029. Universidad de Alcalá. 

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